Día si, día también
Últimamente camino, reflexiono, compro libros,
electrónicos porque ya no hay presupuesto para los de papel, tomo vino y como
pan de masa madre.
El camino es urbano y rural, uno con más emoción que
el otro. Bajo de la montaña libre, ligera, feliz … también agotada, sudorosa,
llena de polvo y con un hambre voraz.
Las reflexiones son irrelevantes en su mayoría, aunque
algunas me llevan a un pozo profundo y me cuesta salir de tantas vueltas que
doy.
Los libros algún día los leeré, avanzo lento y abro
varios en simultánea. Terminé hace poco Lucas y Claus, vaya drama, uno de esos
de los que cuesta desprenderse.
El vino trato de dejarlo para las noches y no superar
las dos copas, el metabolismo ya no es igual que hace unos años, mi cuerpo ya no es igual y el exceso me causa insomnio y
dolor de cabeza.
El pan cada día mejora la calidad y desde que está en
el horno empiezo a disfrutar. Pancho se supera con cada hogaza.
Transcurre así la cotidianidad de febrero.