De la serenidad al caos

Partir de la casa temprano, con la luna aún iluminando el cielo celeste, pero algo oscuro, avanzar y de a poco mezclarnos con la gente, corredores, peatones, ciclistas, autos, buses, bicitaxis. Del silencio y el cantar de los pájaros al ruido de los motores, al tráfico colapsando, a la cercanía con la multitud apretándose. Llega la hora de comenzar a trabajar en medio de una disparatada y delirante mañana de viernes, con choques simples que se complican por una sensación de impotencia y rabia, por haberlo ocasionado o por haber sido víctima de algún inconsciente y presuroso conductor. Nos mantenemos un poco salvajes, parece, quizá no salgamos del atavismo en breve.

Magia, imaginación y fantasía para pasar el día en calma a pesar de aquello


Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―