Lugares que huelen a verde

Intensas gotas de lluvia presagiaban tormenta, pero se fueron desvaneciendo poco a poco, dejando escuchar el silencio del campo sereno.

Tuve suerte y salió el sol. Anduve por una interminable cuesta bajo el cielo brillante con un camino rodeado de moras silvestres y curubas maduras. Como siempre, entre sorprendida y maravillada por un paisaje deslumbrante. Sin embargo, mis ágiles movimientos iniciales empezaron de pronto a enlentecerse.  Intenté deshacer la distancia cuando comenzó a faltar el aliento, fue tarde, regresar por el mismo camino parecía más desafiante que avanzar y buscar otra salida. Lo logré. Desde allí arriba, depende de cómo se mire y se asuma el plus de riesgo que da emoción, el tiempo se gana, se conquista y enriquece la mirada con una mezcla de calma y sobrecogimiento. Una porque es posible un instante de contemplación sobre la roca elegida, reinaba la paz en medio del sonido de la naturaleza, otra, por el abismo imponente y peligroso que se adivinaba.

No siempre es fácil llegar pero sí lo es enamorarse del paisaje, sin duda creo que me atrapa la magia de la naturaleza, porque estar por acá es mi autoterapia para que no se me escape la vida. Muy bucólico todo.





Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―