Conversaciones internas

En los recorridos que hago a diario mi cerebro murmura dudas, uno que otro miedo y un montón de sueños e ilusiones. También me pone en plan actriz, protagonista y todo, y en una completa aventura de la imaginación me sorprende con historias que ya quisiera cualquier guionista... Lo malo es que me juega la peor de las pasadas y hace que me olvide rápido del asunto, me distrae con cualquier hoja al viento. 

Atrás de un escritorio con pocos papeles, tomando café, de pronto el espacio se llena de gente y de voces… y hasta aquí la productividad, señores.

Instantes quedan grabados de forma indeleble y generan desencanto, una sensación de sinsabor que incendia por dentro y transforma. Se materializa así una especie de violencia que se asoma en palabras o en gestos... es la frustración de no conseguir lo que se quiere.

Me he rendido a tentaciones mundanas, las más básicas incluso, y aunque ansío ser una persona evolucionada, reconozco mi humanidad y las limitaciones que ello implica, estoy a años luz de la perfección o la santidad. La vida trae consigo una cantidad de situaciones que a veces agobian y no siempre logro gestionarlas de la mejor manera.

No estoy del todo cuerda, supongo. ¡Quién quiere estarlo!

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―