Collage

Espero el finde para disfrutar la calma, la lentitud de las horas.  Mis intenciones llegan a no hacer absolutamente nada y disfrutarlo, porque me gusta sentir que hay tiempo para todo, aunque sea solo una ilusión.

He retomado mis paseos sin rumbo fijo en las primeras horas del día.  Después de dejar a mi hijo en el cole empieza mi aventura urbana.  Conocí esta semana un nuevo ciclopuente que me está gustando bastante.

También he vuelto a las infusiones en la mañana y en la tarde. Exquisitas hierbas y frutas mezcladas para calentar un poco las jornadas.

Creo que últimamente no me tomo tan en serio lo que pienso, solo pasan por mi mente ideas, a veces brillantes, al menos momentáneamente. Ah y también permito ligerezas de cuando en vez, me divierto con bobadas con frecuencia.

Hemos tenido caminatas con conversaciones improvisadas. De la nada surgen palabras que hablan de esto y aquello, narraciones pausadas que atenta escucho y pausas posteriores en las que a veces expreso ideas e, incluso, sentimientos.

Lugares por los que pasábamos hace un par de meses vuelven a aparecer en la cotidianidad y resultan entretenidos.  Encuentro una amplia gama de matices en el trayecto al cole y una inmensa en la ruta a la oficina.

Llegó septiembre, se instaló y en la mente tengo el mar, pensando otra vez en la playa y sus aromas.  Mientras tanto, en la calle está el ruido, pero encuentro caras conocidas que me sonríen en el caos.

La vida a veces parece desordenarse, el mundo sigue acelerado, pero de momento me bajo del vertiginoso ritmo que lleva e intento un poco de serenidad viendo las flores y sus colores, porque también por acá, en plena metrópoli, me sorprenden los pétalos al viento.

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―