Una tarde por ahí

Inolvidable y feliz, con nuestros momentos, nuestros rituales, cosas chiquitas y grandes de esta familia de tres a la que el amor abraza a cada instante. 


Se acaba el receso campestre y de regreso conversamos sobre lo de siempre, anécdotas triviales, vivencias cotidianas o nos aventuramos a imaginar cómo será el futuro, incluso pensamos cómo habrían sido algunas cosas actuales hace décadas. Avanzamos y retrocedemos, porque el hoy lo disfrutamos sin mucho pensarlo, lo vivimos con tranquilidad, al menos eso procuramos. Obvio que a veces también nos agobiamos, una cosa u otra nos llena de ansiedad y resta encanto o serenidad a nuestros días, pero no tanto, porque, en lo posible, no dedicamos nuestra energía a batallas innecesarias, la dejamos para las que creemos que valen la pena. Así superamos el tráfico de la tarde de domingo entrando a la ciudad, a veces amenizamos con música muy crossover y de vez en vez estallamos en risas por mi fracaso bailarín, no hay caso.

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―