Mañana de domingo

Con los ojos bien abiertos y las emociones atentas porque no quiero perderme nada, porque encuentro esperanza ante el verde infinito de las montañas, porque respirar la brisa helada del amanecer me llena de fuerza. Lo que me rodea es precioso y los disfruto un montón. La luna de anoche estuvo acompañada de estrellas fulgurantes que desaparecieron antes del amanecer, pero parecen haber dejado brillo suficiente, porque el despertar estuvo resplandeciente y muy sonoro.  

Ahora el día está un poco gris, pero el sol asoma de cuando en vez, las flores se mueven al viento, los pájaros aparecen bajo los árboles y se llevan la fruta madura.  Mientras, intento concentrarme, tengo que trabajar, tengo muchas cosas pendientes que debo terminar antes de que comience la semana, pero acá no hay espacio para el aburrimiento ni para el desánimo, acá, aunque sea frente al compu, se puede exprimir la esencia del campo y del cielo cubierto de espesas nubes que anuncian lluvia para la tarde.  Este pedacito de tierra es simplemente mágnifico.

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―