Apuntes de fin de mes
Poco a poco, casi sin darnos cuenta, va terminando este 2021 que, aunque no tanto como el año anterior, ha sido un tanto singular, por decir lo menos, y como el olvido acecha, evitaré sus efectos retomando instantes de un mes que estuvo intenso y sereno a partes iguales.
Empezamos con una semana en movimiento, caminando, agilizando tareas
para dejar todo listo antes de partir a descansar. Una celebración cumpleañera
interrumpió las urgencias y las carreras de los primeros días. Hice pausa para
festejar, comer pastel y brindar. La diversión de siempre, sin excesos claro, a
esta altura una copa extra pasa la cuenta.
Vino después la explosión de color en la semana de receso, documentada
hace unos días por acá. Los paisajes de montaña y el recorrido a orilla del Río
Cauca fueron de lo mejor, la imponencia que me recuerda lo grande y majestuoso
de la naturaleza. Por otro lado, hubiera podido prescindir de los turistas que
acompañaron cada plan que armamos, visitantes de todo tipo y condición... Es lo
que es, compartir espacio es aburrido a veces, casi siempre, pero me alegra que
la gente disfrute y que la actividad turística empiece a recuperarse.
Regresar y retomar actividades después costó un tanto, siempre pasa
luego de un descanso de varios días. Corto tiempo en la city para laborar y
salir de pendientes urbanos... La confianza mejora y han ido retomándose las
reuniones presenciales en el trabajo, así que octubre también fue mes de
reencuentros y actualizaciones pandémicas, cada uno contando su experiencia
desde su vivencia particular. Todo ha
cambiado mucho, cuesta bastante estar atento al cien, las costumbres
oficinisticas parecen ser historia y prehistoria de la humanidad, somos otros y
los espacios también son otros.
Llegó finalmente el momento de mi retiro espiritual. Tras el grito de independencia, en soledad, con la compañía de las perritas, pasé la última semana del mes. Soporté frío que sentí polar durante algunos atardeceres. Viendo la luz del final de las tardes y sintiendo cómo la temperatura se resistía a elevarse, terminé jornadas laborales, intensas, pero no tan agobiantes. Conversé con los pájaros y con la luna, salieron a flote palabras de reproche para mi yo infantil que exige por capricho y otras más para mi yo rebelde que no siempre toma las mejores decisiones. También tuve días de espléndidos amaneceres, de llamadas largas y entretenidas, de preparaciones culinarias simples, de excesos calóricos, de quietud, de lectura apacible y de contemplación de mucho verde con todos sus matices.