A veces, la vida se desordena

Un martes inesperado el de la semana pasada. Un día que comenzó como todos y se transformó en un instante. Súbitamente la incertidumbre sobre lo que ocurría se materializó, tus ojos brillaron en busca de algo que parecía inundar el ambiente y tu cuerpo se alteró incesantemente… minutos de pánico empezaron y desde entonces todo cambió.

El dolor, la confusión por la crudeza de la imagen que tenía enfrente, sacó todos los sentimientos revueltos y atascados del que quizá ha sido el momento más impactante de mi vida; pero me viste fuerte siempre, capaz de todo, y así será madre, me cuidan, me apoyan, me dan ánimo y acá estaré para ti.

Verte así madre bonita es un desafío diario. Te veo entre la belleza que ha dejado el caos convulso, la profundidad de tu sueño y el horror de los días que has estado dependiendo de tantos aparatos. Es el tiempo que me marca y me lleva… por momentos hago pausa y te veo suspendida, imagino el trance que deben producir tantos medicamentos circulando por tu cuerpo, el sentido temporal ha desaparecido de tu ser y me pregunto cómo saldremos, qué quedará de esto.

El espacio cubierto de máquinas, luces, y sonidos me resultan apabullantes, tú, profunda, invadida por los cables y las sondas, pareces de ficción. Te veo fijamente y empiezo a encontrar parecidos innegables, nunca te había visto así, nunca me había detenido tanto tiempo, pero explorando cada rasgo de tu cuerpo, inevitablemente me encuentro. Paso aquellos minutos que estoy a tu lado esperando el milagro, una señal esperanzadora, pero el cansancio, el dolor, el amor, el miedo, todo se mezcla y no se de dónde a dónde va cada emoción. No sé cómo llegamos a esto. Siempre tuviste miedo de algo así, pero no lo vimos venir... al menos nostras no lo vimos.

Algunos remordimientos y mil preguntas me invaden. A dónde se ha ido el cuerpo lleno de vida y energía que hasta hace poco empujabas para no dejar de hacer cosas, el que querías horizontalizar cuando caía la tarde, el que en los últimos meses me acompañaba de sobremesa a dar vuelta por el barrio… Ay mi madre querida, han sido días de incertidumbre y poco sueño, días donde todo es expectativa y en los que procuro concentrarme en tu respiración, pidiendo silenciosamente al universo  para que siga fuerte y activa. 

Despierto estos días con la vaga sensación de haber soñado contigo, de estar flotando cerca de ti y solo quiero espantar la confusión y los fantasmas, despejar mi cabeza de preguntas y colmarla de esperanza. Te he llenado de conversaciones íntimas, recuerdos y algo de vida doméstica… las vivencias cotidianas que procuramos mantener. Los saludos de todos, la fuerza intensa de su deseo porque nos sigas acompañando, porque te recuperes y puedas sonreír otra vez, te quieren mucho má. 

Madre hermosa, sabes que el afecto entre nosotras siempre ha estado más allá de las palabras, esas que curiosamente nos gustan mucho a las dos, pero ahora necesito que despiertes bien, verte y decirte cuánto te amo, cuánto agradezco lo mucho que me has dado, reconozco como me has cuidado siempre y la forma como has espantado los miedos que me invaden ocasionalmente, pero quiero que lo sepas tu. No tenemos explicación médica precisa para lo que sucede, no sabemos nada muy concreto… pero estás lejos y te quiero de vuelta. Por favor. 

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