Entre risas y sonrisas

Semana de hacer memoria y recordar cómo fue aquel día. Lo tengo claro, de mis mejores instantes, aquel en el que por fin lo conocí. Un amor bonito, instantáneo y absoluto.

Admirar el cielo despejado un sábado soleado de septiembre y disfrutar como si la vida fuera siempre de días brillantes. Así anduvo otra de las celebraciones cumpleañeras.  La más esperada. Todas las horas fueron pocas para hacer sus cosas y contarse una y otra vez todo aquello de lo que necesitan hablar.




Es como si cumplieras trece y ¡zas! celebrar con torta globos deja de formar parte del ritual.  Los planes cambian y no queda más que aceptar que el tiempo pasó y que ahora sortearemos alguna batalla de vez en cuando, que la vida seguirá su curso y que surge la necesidad de una mirada diferente hacia el mundo.

Espero sí que se mantenga la curiosidad por aprender cosas nuevas, que se aproveche toda la alegría posible, que se conserven las ilusiones y los sueños, y, por supuesto, que la confianza y la serenidad acompañen siempre el camino.  Son solo TRECE, ya lo sé, pero parecen muchos porque hace nada era mi pequeño tesoro y ahora ya se abre paso entre la selva.




 

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Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―