Cemento y ladrillo

La ciudad es compleja y cada vez más aterradora.  Parece que perdí la costumbre de andar por esta selva agreste. Creo que Bogotá me gusta e incomoda a partes iguales. No la extrañaba, pero tiene sus cosas, algunas que disfruto... Porque en medio del caos, por fortuna encuentro parques que me resultan oasis refrescantes, nunca faltan.

Los minutos pasan, se van sumando, unos tras otros, hasta que se acaba el día y no alcanza para mucho.  Así los días de vuelta a la civilización.


Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―