Tiempos felices de montaña
Julio se resiste a ser monotemático y plano. Estos últimos días hemos tenido un poco de todo, más de lo mismo y otro tanto.
Finalizando la semana pasada, la ilusión de una visita ilustre nos emocionó bastante. Conocer a María Antonia y compartir un ratito su mirada brillante y curiosa nos trajo una alegría enorme... Un tesoro más en la familia.
El sábado me aventuré a un recorrido nuevo, cual
senderista experta recorrí cerca de 23 km en medio de un paisaje fascinante.
Extrañamente el coro de pájaros cambia entre una zona y otra, la misma altura,
igual vegetación, pero algo en el ambiente hace que sean otros los visitantes y
su canto fue diverso, bonito. Después de un ascenso leve, bueno, no tanto, me
sentí como Heidi en la pradera, con una vista idílica. Rodeada de mucho verde y
bajo un cielo azul profundo pasé una mañana estupenda.
Ayer nos fuimos a desayunar a un cerro cerca de acá.
Madrugamos para no perdernos lo mejor del plan. Comimos delicioso, nos gustó la
vista, el entorno no pareció precioso y estar a la mesa al aire libre siempre
es buen plan.