Realidad extraña

Era mediados de enero y Lucas estaba empezando un trabajo. Uno más, pensó. La diferencia con los anteriores, además del lugar, era que esta vez conocía a alguien de la nueva oficina. La jefe de ahora había sido su amiga de adolescencia, varias décadas atrás, nada trascendental, nada profundo.

El primer día lo recibieron bastante bien, presentaciones formales, pero una cálida bienvenida en general, parecía ser un equipo muy profesional, pero relajado. Los primeros meses anduvieron sin mayores dificultades, almuerzos compartidos, cafés conversados, ocasionales cervezas a la salida. Manuela, la jefe, participaba a veces de los encuentros.

Una tarde de viernes, en abril, salieron de copas, el equipo completo. Habían obtenido el sí en una propuesta y estaban todos al borde del éxtasis. Después de semanas de trabajo intenso, llegaba la recompensa. Brindis varios que continuaron en baile, primero en la pista, después en la mesa, la diversión se adueñó del grupo... llegó la madrugada y fue hora de partir.

Manuela y Lucas compartieron taxi de regreso, ella dejó escapar algunos suspiros en el trayecto, la conversación fue casi nula, pero cuando llegaron al primer destino decidieron bajar juntos. Lucas respondió a los besos de Manuela abrazándola y acariciándola. Sin intercambiar muchas palabras, mirándose y sonriendo de vez en cuando, hicieron el amor. Cuando terminaron Manuela se apartó de él, se vistió y se fue.

El lunes siguiente, en la primera reunión de la mañana, Lucas percibió algo de tensión, pero intentó ignorarla, actuó como si nada. Así transcurrió la semana, pero el viernes, se encontró de nuevo con Manuela y la invitó un café después del almuerzo. Se vieron, conversaron sobre asuntos de trabajo y antes de regresar a la oficina, se quedaron en un hotel, vencidos por el deseo, pasaron la tarde juntos. Pasaron varios meses así. Trabajar, conversar, tomar café, compartir algunos tragos, hacer el amor.

Lucas se desesperaba por no poder hablar, ni con Manuela ni con nadie, así que un día salió con Laura, también de la oficina, desprevenidamente se tomaron algunas cervezas y se rieron. Laura es gay, está super enamorada y su novia, aunque parece quererla, la trata con cierta indiferencia, no se acostumbra aun a ese trato, pero la entiende. Lucas está divorciado hace años, no tiene hijos y quiere encontrar a alguien con quien compartir sus días, se está enamorando, pero no se siente correspondido.

Ni Laura ni Lucas han tenido el éxito que esperan, pero poco a poco se convierten en buenos amigos. Cuando la novia de Laura no está y Manuela no tiene tiempo para Lucas, pasan mucho rato juntos, hacen planes, hablan de todo.

El cumpleaños de Laura estaba próximo a celebrarse y haría una fiesta en su casa. De la oficina solo invitó a Lucas, prefería mantener la intimidad. Así fue. Pocos invitados, pero curiosamente llegó Manuela. A Lucas le cambió la expresión por completo al verla, la ilusión llegaba siempre que la veía fuera de la oficina. Pensó que podrían estar juntos sin esconderse, igual que Laura, que pensó que con Lucas no tendría que ocultar que Manuela era su novia.


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