No hay después

Tengo cosas que decirte, y me molesta de sobremanera no poder verte, que es al menos, lo que creo que merezco.

¿Sabes? Adoré tu espontánea manera de sentir y la forma que tenías de expresarlo... tus impulsos reflejados en cada palabra, pese a mis razones silenciosas. Me hiciste estremecer y emocionar, no solo por las conversaciones subidas de tono, que también, sino por aquello que, quiero creer cierto, veías en mí. Te dije hace tiempo que habías generado un pequeño caos, y creo que fue así, sigue siendo así y es peor cada día.

Soy escéptica, lo sabías, no tan espiritual y algo “estoica”, pero sin proponérmelo fui despojándome de prevenciones y permití que sucedieras, ¡sentí y creo que me hiciste mucho bien! Atrapada en casa los primeros meses pandémicos, rodeada de silencio y ausencias, comencé a responderte sin expectativa alguna, curiosa, dispuesta a dejarme sorprender, y bueno, avanzamos, paso a paso, tu queriendo un encuentro y yo resistiendo para no dar rienda suelta.

No imaginé jamás que las conversaciones de sugestivas frases cortas y puntos aparte en las que leerte se me convirtió en una adicción, en las que muchas veces sentí pasión e intensidad, y otras tantas me divertí un montón simplificando la responsabilidad del trabajo, nos mantuvieran cerca más de un año.

Sé que dije cosas sin demasiado orden, incluso con poco sentido, me disperso, la verdad es que hablo sin demasiadas pretensiones, a esta altura era obvio que lo sabías. Envíe cientos de mensajes de la nada, sin pensarlo, sin revisar, sin reflexionar, palabras poco exactas, cero concretas, pero, aun así, muchas veces sentí que interpretabas perfecto lo que sentía. Reírnos y burlarnos de pequeñeces, contándonos la vida e imaginando un encuentro, se convirtió en el mejor plan en los días pandémicos.

Dijiste muchas cosas… que no piense tanto, que no controle, que fluya, incluso algunas cosas las dijiste como si me conocieras de siempre, pero no me engañaba, te decía todo tal cual lo sentía.

Por esto te escribo ahora, para alejarme tranquila, para llegar hasta acá y poner el punto final, porque nadie nos quitará la complicidad de las risas confinadas, la mantendré para siempre. Extrañaré tus palabras, cargadas todas de múltiples sensaciones, y me quedaré con la curiosidad de lo interesante que pudo resultar aquella prometida faena de dioses, pero las cosas son como son.

Ah, pero hay algo más... Sigo sin entender. En la vida realmente he hecho poco más que lo que se me ha dado la gana, casi siempre ha sido así, sin embargo, quien quiera que sea a estas alturas, confusa e imperfecta, no entiendo aun por qué no di el paso. Tengo claro que la imposibilidad del tacto y las caricias hizo que en el último tiempo comenzaran a borrarse las palabras y su significado, comprendo que lo que podía ofrecer no era lo que querías. ¿Pero alejarte así?

Si, ya sé, estás muy lejos y no vas a volver. Te fuiste antes de tiempo, nos sorprendiste a todos, no anunciaste el despegue, saliste sin empacar, partiste de manera desconsiderada. Te marchaste sin el abrazo anhelado, sin el impulso materializado, lo que es peor, sin despedirte.

La vida es complicada, pero la suerte a veces viene, permanece por un tiempo y luego se va, como te fuiste al sueño eterno, sin avisar.




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