Seguimos en pausa

En un afectuoso y dulce domingo de celebración, he reconocido una vez más que mi plan preferido en el mundo ha sido el de ser mamá. Nada más que amor he ofrecido a mi hijo en una infancia tranquila y suave que ha hecho mi vida divertida y me ha llenado de aprendizajes y de gratitud total, hacia la vida y, sin dudarlo, hacia mi má, insuperable.
Este día, lleno de abrazos, cálidos, apretados y frecuentes, con flores y sin besos, al peque no se le dan (desconozco la razón), me ha permitido olvidar un tanto el rollazo en el que estamos… pero vaya virus del mal que ni siquiera nos ha dejado celebrar con la familia completa.  Qué nostalgia que no hayamos estado con la abuela fuera de serie que le ha tocado al peque y que los saludos en esta ocasión hayan tenido que ser virtuales.



Procuramos un cálido domingo, sí, incluso creo que lo logramos, pero he extrañado un montón lo de siempre, los planes sencillos preparados para este día, el compartir con mi má, con la sister y con las primas. Aún no me acostumbro a que la libertad, la salud, la familia, los amigos, el verde y la brisa sean lujos que no podemos disfrutar cuando queramos.  No me gusta, punto.

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Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―