Sin más

Como quien no quiere la cosa dejamos atrás enero. Con pocas ganas de que el tiempo avance a este ritmo, que con el pasar de los años siento cada vez más fugaz, despedimos el mes. Definitivamente esta década parece estar tomando las riendas y a galope nos lleva sin tregua alguna, que virus, que guerras, terror por allá, pánico y absurdos por acá.

Regresé de vacaciones y después de tantas experiencias, emociones y de aquellos instantes de vida contemplativa que disfruté algunos días, poco a poco fui aterrizando y empecé a sentir la ciudad.

Un poco dispersa por la falta de rutina, de extremo a extremo anduve en bus, auto, bici, taxi, a pie y alcancé a disfrutar algunos días azulados, pero de pronto la realidad empezó a colapsar, se llenó de nuevo la ciudad y rápido desapareció la ilusión.

Enero ha sido un mes difuso y confuso... de pausas largas y jornadas de trabajo aisladas, con paseos inesperados, celebraciones y conversaciones animadas, con paro y manifestaciones sociales. 31 días se fueron ya, mirando la vida de otros, viendo la gente caminar delante de mí, intuyendo mundos en las caras de las personas que me cruzo. Un día y otro han pasado sin avanzar mucho y después de muchas disquisiciones conmigo misma creo que no será un año muy novedoso, salvo por mi peque que crece a la velocidad de la luz.

No tengo prisa porque mi vida cambie, me gusta como es, pero el mundo... me agobia de vez en vez, quizá por las noticias, tal vez por los libros, de pronto las pelis y los podcasts, todo suma, entretiene, pero también preocupa. Aun así, confío en que este año sea de energía, ilusión, fuerza y alegría y mi mejor y único propósito para los meses que restan es poder mantenerme creativa y serena.

Y como siempre, quedaron algunas imágenes del mes que no vieron la luz, así que aprovecho y las dejo por acá, para no olvidar.



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Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―