Frente al mar
Celebraciones sí, frente al mar también. Por acá seguimos
festejando la llegada de los once y como se ha vuelto tradición, elegimos
destino y la semana después del cumple, nos vamos de paseo.
En esta ocasión, dejamos de lado el desorden visual y el caos sonoro de la ciudad y nos fuimos a pasar un finde de alegría y sol playero.
El sábado muy contentos partimos desde temprano en busca
calor... lo encontramos pero bastante más tibio de lo que imaginamos. La
jornada estuvo divertida pero un tanto fría, con lluvia y nubes espesas que
poco espacio dieron a los rayos del sol. Pero como el plan incluía estar en
remojo, desafiamos el clima y pasamos la tarde sumergidos en las olas.
Ayer el
despertar en la playa nos llenó de energía. Me encantan los balcones y esta vez
nos tocó uno genial, amplio y con una increíble vista al mar. Así que después
de disfrutar los colores del amanecer y la tibieza de la mañana desde las alturas, compartimos un frugal desayuno, y sin mucho esperar, entramos al agua. La mañana
voló en un suspiro y entre carreras, cosecha de tesoros y unas cuantas risas,
llegó la hora de descansar... muy salados y un tanto dorados, emprendimos la
retirada.
Un corto paseo por los alrededores, almuerzo contundente y de regreso al hotel, aún con mucho olor a sol, sal y arena, empezó a caer la tarde y nos regaló aquel atardecer en llamas, imponente y único. Y hoy todo terminó, con la sensación de extrañeza por estar un lunes fuera de clases y del trabajo, hicimos un fantástico recorrido mañanero para despedirnos de un breve pero estupendo finde marino.
La vida como las olas, de momento serena, con sus ires y venires.