Finde casero


Llegar a nuestro pequeño paraíso siempre me alegra, más aún cuando el clima ayuda. El sábado el sol lució espléndido, tuvimos un día cálido y despejado y sin dudar, lo aprovechamos. 
Actividades varias, algunas relajantes y otras intensas fueron el quehacer del día. Almuerzo en el pueblo, visita a la galería y cafecito en el lugar de siempre.  Lo cotidiano con un toque especial.  Al anochecer, nos iluminó un rayo, nos aturdió un trueno, presagio de una furiosa tempestad que al final resultó siendo una suave, pero larga lluvia que nos acompañó durante las primeras horas de la noche. Necesaria.
El domingo, la hierba fresca después de la lluvia nos dio la bienvenida. Supuestamente tendríamos un día sin obligaciones ni prisas... pero no resultó así. Siempre hay cosas que hacer en la casa y a ello nos dedicamos toda la mañana.  No obstante, además de sembrar, limpiar y acomodar cosas aquí y allá, tuvimos tiempo para salir a disfrutar el entorno, a jugar con Lila y Charlotte, con su alegría desbordada e inmanejable, y a hacer unas cuantas tomas.   Lo usual. Por muchas razones, amo este lugar y pretendo que los recuerdos perduren, a pesar de mi memoria.

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―