Apuntes de febrero


Otro mes que se nos va. Y sí, empezó corriendo y terminó sin darme cuenta, y eso que no me puedo quejar de falta de tiempo. 
Astromelias del jardín
Este país nuestro posee infinidad de problemas de difícil arreglo. Lo vivimos en la exposición fotográfica que visitamos hace unas semanas, que me dejó impactada; en las noticias diarias que conmueven y perturban y en el transcurrir que evidencia el caos y el malestar de muchos. Aún así, insisto en mantener la esperanza.  Además, a pesar de lo que dicen las redes, del cerco diplomático, de lo que hacen los políticos, de la corrupción pública y privada y de todo lo demás, que es vergüenza total, salgo y los rostros anónimos de la ciudad me transmiten confianza.  No es algo de todos los días, claro, pero me animan un tanto. Quiero pensar que algún día podremos alcanzar un estado de bienestar y respeto para todos.
Y bueno, no obstante el entorno, que con frecuencia se pone negro, en febrero opté por seguir disfrutando mis días libres.  Anduve respirando la vida cotidiana en los mercados, todos los colores y sabores, aroma frutal en lugares muy entretenidos.
Recorrí algunos de mis espacios favoritos y otros territorios desconocidos. Yendo y viniendo con total libertad, caminé sin rumbo por las calles de mi querida Bogotá, comprando plantas y flores para darle más vida al ambiente.  Sin duda, esta ciudad agobia y sorprende por igual. En febrero la viví en azul, en verde, en gris. Contaminada.  Por primera vez hubo restricción vehicular por la suciedad en el ambiente.
Como hace mucho no, tuvimos ocasión de visitar un par de ríos.  Nos gozamos mucho los paseos cercanos, por los escenarios y por la compañía.
Un cambio radical hizo su aparición en mi rostro. Mi salud visual tuvo un giro inesperado.  Resulté miope después de los 40. Eso además de los brillos de plata que no dan tregua y llenan de destellos mi cabeza.
También, como siempre, tuve opción de compartir por ahí un par de cafés, seguí con mis clases de baile, acompañé las tareas de mi chiqui y cada día soy más experta, al menos en teoría, en figuras y combates de Taekwondo.
Además, escapando de la rutina, fui al teatro. La obra elegida, Labio de liebre.  Lagrimas y risas. Más de unas que de otras. Aún estoy procesando lo que sentí. Más allá de la sorprendente actuación, de la impecable puesta en escena, duele. Mucho. No es ficción.  Así como Testigo, la exposición de Abad, esta obra hay que verla. No podemos olvidar.
Lo más importante del mes… estoy viendo la luz.  Aunque quisiera alargar mi sabático, creo que es hora de retomar mis actividades profesionales.  Me gusta el emprendimiento y adoraría dedicarme a las plantas, pero creo que no es el momento. Todavía no. 
Cruzaré los dedos para que marzo sea igual de entretenido y un poco más novedoso.
El paso del tiempo reflejánsode en mi cara
Espacio verde cerca de mi casa
A la salida del Museo del Oro, un día cualquiera 
Color en el centro
Un día de pausa cafetera
Tomando el camino al hogar después de un septimazo
En el Teatro Petra 
  1. Bailar.... Al menos intentarlo


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