Sucesos que llenan mi mundo: momentos en los que disfruto, me sorprendo, reflexiono. Instantes que quiero atesorar para que cobren vida cuando sea necesario.
Insomnio II
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La ciudad está fría y mojada, mi casa está tibia, en silencio y sin agua, y yo....sin poder dormir...desde hace tres horas......grrrr
Estar cerca, reírnos, de nuevo los tíos y los primos en conversaciones, las tres generaciones juntas.... constatar que algo de nuestro ayer pervive, vaya tesoro. Con el ánimo y la ilusión de siempre nos reunimos a celebrar un cumple, un encuentro y la alegría familiar. En un muy lejano mayo del siglo pasado comenzaba la vida de la querida prima Patty y aprovechando la efeméride, nos pusimos cita para disfrutar un domingo con un exultante clima al aire libre… unas cuantas gotas aparecieron, pero el sol brilló y calentó lo suficiente. El jardín de la casa Zapata-Díaz se transformó en un bullicioso epicentro familiar, llenándose de risas, algo de voleibol y compañía para soplar velas y sumarnos a los deseos de estos cuarenta y poquísimos que esperamos se cumplan a cabalidad. Además, las velas fueron suficientes para anticipar todos los cumpleaños que se aproximan en el mes. Así que, con muchas ganas de este encuentro de familia, celebración y presente, un lugar bonito, comida rica, buen
Amanece. Un lindo jardín repleto de plantas, árboles y flores. Un verde intenso después de una lluvia larga. Explosión de colores. De pronto, un fuerte viento sopla cruelmente. La luz y el brillo se desvanecen. Los árboles quedan deshojados, llenando un escenario desolado y apocalíptico. Imágenes soñadas. Despierto abrumada, pero es de día. Partimos al campo. Me sumerjo en los sonidos de la montaña y me dejo llevar por el fluir del agua y el rugir del viento. Convencida estoy de que el misterio y lo sagrado de la existencia están por acá. Camino e intento poco a poco entender el mundo, desvelar una sombra de conocimiento, aumentar la inquietud, la incomodidad, conocer cosas que se escapan, abrir una puerta a los sentidos, a las emociones. Aceptar con cuidado y cariño las pausas tranquilas. Esta semana llovió. Me vuelvo un poco niña, llena de ilusión, con las flores nuevas, por fin vuelve algo de brillo, sale la luz tras el color. Seguramente la fuerza del sol nutre más con algo de hid
De un domingo apacible, en perfecta sincronía con la naturaleza, pasamos a un comienzo de semana sombrío. El atardecer de un lunes de abril con eclipse y mucho viento estuvo algo rudo. Entré a zona de turbulencia desde el ingreso a la estación de transmi, luché por mi espacio y lo conseguí. Llegué rápido a destino, eso sí. Lunes. Esta ciudad y su catástrofe diaria, a veces, algunas veces, ofrece pausa. De la nada un improbable brillo asoma. Esta vez después del caos celestial, el sol dejó su resplandor y en un atardecer estupendo las nubes se deshicieron y llegó una noche en la que soñé cosas extrañas. Sucesos reales y no tan reales. Martes. Arrancar el día muy temprano con un intento de examen que se frustró por un sistema caído. Estar en reuniones y responder muchos mensajes hasta que llega la pausa y trae sus destellos. Esos que no se esperan y divierten. Momentos en los que voy más despacio y estoy presente, alejo tareas y pendientes, me concentro en otro asunto y se sien