domingo, 29 de junio de 2025

El plan de ayer

Aspirar el oxígeno puro del campo verde, luego de una semana disuelta en el tiempo fugaz de la ciudad. Pisar descalza la hierba, después de la lluvia, sin mucho pensar. Disfrutar la feliz extrañeza del espacio cotidiano y respirar lentamente, profundamente, hasta bien adentro. Dejar que el día ocurra, sin adornos ni artificios.

Ver soplar el viento con la lluvia. Verlo correr, ver su movimiento, su despliegue hipnótico. Ver que el paisaje se agita. Salir al umbral de la cocina a ver llover, sin encontrar la palabra precisa, correcta, apropiada y justa para describir lo que sucede cuando cae la lluvia y se deja llevar por el vendaval. Queda a merced, despojada de resistencia. Ver cómo corren juntos, viento y agua, sincronizados, armónicos. Saber que se ven bien.

Sentir, después, un poco de sol tras la lluvia. Reconocer que el cielo también se ve bien. Bellísimo. Encontrarlo limpio. Desear que se quede así, un momento más.

….

El plan incluyó también delicias de la cocina campestre, postre de pueblo y series en Mubi.

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