lunes, 1 de julio de 2024

Dónde si no

En el Tablazo, por supuesto. Ayer tuve domingo de ascenso palpitante y resplandeciente, en buena compañía, perfecto para cierre de semestre. Partimos del pantano, así que estuvo suave, pero no por eso menos entretenido.  Con la dicha de una mañana despejada arrancamos a recibir sol y poca brisa después de un desayuno veraniego en el que me excedí en sal, pero compensé con chocolate. El brillo de la laguna y el azul intenso del cielo nos dieron la bienvenida al cerro. Estuvo lindo y divertido.  La subida fue de conversar, explorar, probar moras silvestres y otra baya amarga que no supe qué fue, posar, saltar espontáneamente, embarrarnos, y también reírnos. El descenso un poco de lo mismo, pero a otro ritmo.  La tarde anduvo de almuerzo típico en la terraza, una actualización oficinística, preguntas de tía y anécdotas varias, todo mientras la tarde iba cayendo, el sol intenso desaparecía y la lluvia torrencial entraba en escena. Así se fue el día, uno bonito que quedará atesorado en el baúl de los paseos que confirman que mi pasión por este cerro solo crece más fuerte.

Jóvenes y radiantes, no solo ellos, así también soy yo, al menos en el corazón. Y bueno, la realidad es que uno se mimetiza completamente, se confunde con lo que lo rodea, con lo cual soy una más, con veinte y tantos más, ja.

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