Felicidad de fin de año

Último día del año y despertamos felices, disfrutando en la cama ricas y dulces cerezas... con algo de pereza decidimos levantarnos, no queríamos carreras antes del vuelo. Mejor estar sin afanes, nos dijimos. Todo iba bien hasta que a nuestra llegada al aeropuerto, por casualidades de la vida y mensaje de los dioses, recordamos que habíamos dejado los pasaportes en el hotel. La angustia se apoderó por un instante de nosotros, pero Pancho, que lo puede todo, y un taxista caído del cielo, lograron lo que parecía imposible... en escasos 30 minutos fueron y volvieron... todo un récord considerando que lo normal son 30 minutos en un solo trayecto. 

Corriendo alcanzamos la puerta de salida y subimos al avión, todo en orden, qué descanso! Una hora después, seguíamos en el avión sin despegar... desembarcamos por problemas técnicos y esperamos... una hora después, lo conseguimos. 
Rumbo a Punta Arenas a esperar la llegada del nuevo año!!!! Las cosas de vuelta a la normalidad, salvo por la pérdida de un valioso trozo de mi muela... ¿Por qué comiendo sándwich en baguette podría partirse un diente? ¿Quizá una señal???
El plan a nuestra llegada era partir a ver pingüinos, pero como no todo sale como se programa, nuestra ilusión de repente se frustró por una mina de carbón que se instaló en la zona y aburrió a estas aves marinas que moríamos por tener cerca. Caras tristes, pero nada que hacer, aunque podíamos ir a la Isla Magdalena al otro día, implicaba demasiados planes alterados, así que asumimos con valentía y dejamos para otra oportunidad los pingüinos magallánicos... ¡Significa que tendremos que volver!
Cambiamos la ruta programada y nos dedicamos a recorrer la ciudad, no muy activa en realidad, poca gente y escaso movimiento. El día fue largo y estuvo perfecto para recorrer la costanera, el centro, disfrutamos el sol hasta pasadas las 10 de la noche. Preparamos una muy frugal cena de noche vieja y estuvimos listos. Sin proponérnoslo,  tuvimos habitación con vista al mar y la suerte nos acompañó, desde nuestra ventana disfrutamos en primera fila un estallido de luces en la oscuridad, mucho brillo y color para empezar el año! La emoción del peque y sus palabras de euforia y alegría compensaron un tanto el episodio de los pájaros aquellos... 



















Con un espectáculo de juegos artificiales y de sonrisas fugaces le dijimos adiós al año, a uno especial que nos trató bien. Este año terminó lleno de amor, gratitud y paz. Ahora, esperamos con ansias lo que nos depara el 2018... Brindemos, pues, por un nuevo año colmado de buenos y felices momentos; saludables y asombrosos y que así sea para todos.







Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―