Me quedé en la semana con escenas de planes varios en el bolsillo, con la llegada de mi chiqui y sus anécdotas, con encuentros y conversaciones alegres.
El martes
pasado me gustó salir a probar platos y vinos en la vecindad del barrio
laboral. Sin embargo, el cuerpo no recibe bien las cenas pesadas y más allá de
la lechuga todo se torna denso, la noche deja de ser profunda. El miércoles
dimos la bienvenida a los paseadores que alegres nos contaron cada atracción
con las emociones correspondientes. El jueves, después de un año de habernos
visto todos, volvimos con un aperitivo refrescante a ponernos al día, y el
viernes, para cerrar la semana, celebramos un cumple, cincuenta y pocos bien
vividos. Vino bien algo de distracción en estos días en los que los problemas
surgen, las complejidades asoman, el caos reina... pero pese a todo, rescato lo
valioso de mi vida, tengo la mejor familia que me pudo tocar y unos amigos
increíbles con quienes compartir, lo demás, da un poco igual.
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