lunes, 29 de julio de 2024

Una serie de instantáneas

Salgo, avanzo, levanto la mirada, busco lo que queda de luna, siento la brisa en la piel. Me encanta esa sensación de frío que me anima a empezar la ruta. De fondo, la montaña. Cerca, las mirlas cazando lombrices. Al lado, los caminantes de siempre. Percibo una repentina y fugaz sensación de perfección. Una mirada al mundo del comienzo de semana, una mirada interna para examinar las profundidades de mi ser después de un par de días de reposo en medio del letargo y la quietud, días en los que anduve a media marcha, sin pulsar una tecla para asuntos laborales o académicos, días en los que sentí el abrazo lluvioso.

Se acabó un finde que comenzó con noche de ginebras y una buena conversación para acompañar un encuentro de amigas; siguió con un sábado perezoso de grandes esfuerzos por mantener los ojos abiertos, siesta a media mañana y a media tarde, con pausa para café y oblea durante una visita campeona y mucha paz; para terminar con un amanecer de domingo bajo lluvia torrencial y jornada de calma con comida abundante y brindis varios en familia.

Sigo el camino y veo todo claro bajo una luz grisácea y un ambiente húmedo que anuncia otra vez bajas temperaturas… pero es impredecible confirmar ahora cómo estará el clima. Nunca se sabe, menos con el viento empujando en todas las direcciones. Empezar la semana con entusiasmo me pone contenta, quizá los días que vengan sean serenos, volverá el chiqui, eso ya es todo un acontecimiento, es lo que necesito para mantener la ilusión.

Continúo en la ruta y pienso mientras hago pausa hidratante en que no quiero seguir un tren de vida extenuante. No me seduce para nada dejarlo todo por dedicarme a una labor que me satisface poquísimo y que no deja tiempo para lo que me alegra el alma. Prefiero una vida atractiva…. Con actitud de aprendizaje permanente, disfrute prolongado, sin detener fuentes de conocimiento y placer, pero en semana parece que mi existencia está confinada en un piso sexto con vista al nororiente de la city. Un espacio amplio que resulta estrecho, un lugar en el que permanezco en la superficie. La semana empieza y termina con mucha intensidad. Entre tanto, la labor va y viene. Hay espacios que parecen anodinos, experiencias neutras y muchos contratiempos y, sin embargo, a esta altura no me queda más que la irreductible certeza de que tengo que seguir trabajando… otros muchos años más. El compromiso con la realidad me cuesta a veces, pero lo asumo, y pues bueno, cada uno decide qué tolera, se elige la manera de hacer viables los días, así que, por ahora, dejaré que floten lentamente. A lo que vinimos….


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