Un octubre diferente

El mes comenzó con la magia de la luna y terminó con coloridos atardeceres y un poco de lluvia.     

De este octubre andariego quedarán muchos pasos de aventura que me hicieron sentir invencible.  Pese a los escasos niveles de hierro en la sangre, superé mis metas y me convencí de la alegría que trae recorrer la montaña. A cada paso, sintiendo olores húmedos, intentando a veces percibir silencios profundos y otras el sonido del agua o el canto de los pájaros, dejé que el viento me abrazara, deseando un futuro prometedor entre tanta exuberancia.  Me encantó.  La ruta tuvo de todo, con el viento insistente algunos días, el sol intenso otros, incluso avanzando bajo la lluvia, estuvo todo bien... llegar a la cima, donde las nubes chocan y se deshacen es todo un plan para mí, es siempre un instante de asombro ante la inmensidad y quizá por eso lo disfruté tanto una y otra vez.  Además, para la última travesía del mes estuve acompañada y fue insuperable.  Un bonito ascenso conversado y lluvioso... compartir la vista del horizonte y del baile de las nubes que llegaron a saludar, fue fascinante.




Bonus. Los sueños de octubre estuvieron bastante diversos, desde colores brillantes en cielos de otras dimensiones, pasando por una máquina de escribir que me sirvió para inventar una y mil historias, hasta uno muy aromático con olor a yerba buena.... por primera vez desde que recuerdo, soñé con impresiones olfativas, por suerte agradables. Sueños extraños, bueno, como siempre, como mucho en este año de rarezas.


.


Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―