domingo, 7 de febrero de 2016

Bonito, bonito

Días felices, días heroicos. Playa, intensa brisa marina, azul profundo, el escenario ideal para un finde de desconexión. Esta vez cambiamos el pálido, casi amarillo, verde de la sabana, por algo mar. Un par de días espectaculares, en los que nos divertimos y descansamos por igual. El vivir lento del trópico, las noches silenciosas ambientadas por el ruido de las olas,  el sosiego y la posibilidad de disfrutar instantes de libertad hicieron de este paseíllo una escapada perfecta. Faltó tiempo, claro, felices nos hubiésemos quedado otro tanto, 48 horas pasan en un suspiro, pero el deber llama y no lo podemos ignorar. 



















Aunque es plan repetido, no deja de ser interesante y entretenido caminar por las callecitas de la ciudad amurallada, sentarse por ahí a comer helado, ver a turistas y lugareños, enamorados algunos, de paseo otros... Mi chiqui feliz y sonriente aprovechó cada minuto y nosotros además de relajarnos, nos maravillamos con su actitud y sus ganas de conocer, aprender y disfrutar. ¿Qué más se le puede pedir a un fin de semana? 













Cartagena es magia, luz, sonrisas, alegría y también es cara, carísima... Pero volveremos a pesar de eso, del zika, que nos atemorizó un poco, y de la antipatía reciente de algunos de sus anfitriones...no entendí la falta de amabilidad fuera del hotel.

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Versiones posibles

Hay días —cada vez más frecuentes— en los que una corriente invisible tira de mí en todas direcciones al mismo tiempo. Un deseo leve pero co...