viernes, 21 de febrero de 2025

No se mueve una pizca de aire

Termina la semana. La sensación de que todo fue un poco desastre cuando arrancó, improvisado y torpe, se esfumó. Cuando todo deja de tener sentido, mejor pensar en que ojalá no se pierda uno, no otra vez. Ojalá no despistarse. Queda estar atenta. Plenamente presente. Cuando parece que todo está perdido, mejor ventilar el cerebro. Sacarlo del sumidero infinito en el que a veces entra. Total, algunas cosas se pierden para siempre: el tiempo, por ejemplo. Pero muchas otras se recuperan, las ganas, los recuerdos. Una alegría… Vuelve la calma.

¿A qué viene el drama? Soy dramática, nada más.  No ha pasado nada. Me gusta transformarme en alguien durante un rato. Empecé con un comentario poco generoso sobre algo que dejé anotado por ahí, los asuntos contractuales toman tiempo y son un desgaste, la toxicidad no se evidencia y por el motivo que sea me aburre... Y así, nada más. En fin. He sido poco clara, cero quizá.  No recordaré nada de esto el próximo año, tal vez ni siquiera el otro mes. Mañana estará olvidado. Ja, mentira. Sé que no es cierto. Olvido pocas cosas. Tengo trabajo pendiente, mucho.

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