viernes, 25 de julio de 2025

Semana

Mientras mi mente viaja al tiempo en el que los teléfonos sonaban, cuando oía voces y no leía mensajes de texto, mientras recuerdo el esfuerzo que implicaba grabar un casete con canciones que me gustaban, y paseo por todo tipo de cosas que mi memoria me cuenta, veo en las nubes un anuncio de lluvia fuerte y torrencial.

Creo que recapitularé la semana... la sentí breve, quizá porque hoy no fui a la oficina. A veces basta un día distinto para alterar la percepción del tiempo.

En realidad, en la semana no ocurrió nada muy significativo: se trató de rutina, nada más. Alguna cita médica, un cambio de escenario para el café de la mañana, un paseo por uno de los parques de la zona laboral—un jardín que parece silvestre, pero seguro tiene una mano detrás—, algunos almuerzos muy ricos, la inyección dolorosa en el ojo izquierdo de mi má, el cine, las conversaciones que retomé con un par de amigos, el plan que quiero para el primer festivo de agosto y que no ha tenido acogida…

A veces me pregunto si es el plan el que no entusiasma, o si somos nosotros los que ya no nos dejamos entusiasmar tan fácilmente. Me doy cuenta de que la rutina no es mala, pero sí peligrosa cuando deja de tener matices.

Y pensando en matices, he decidido que en algún momento intentaré bordar. Quizá sea una decisión como muchas, de esas que no llegan a puerto, pero mientras tanto, imagino… quiero bordes para las flores que tengo en infinitas fotos.

Y bueno, eso era. 


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