miércoles, 31 de julio de 2024

Es miércoles, otra vez

Se acaba el mes, otro más. Julio ha sido la suma de días de aprendizajes, un mes lleno de jornadas intensas, de colores cambiantes, huidas arriesgadas, escenas de gran intrascendencia y vacaciones en tercera persona. Días de volver a las series, vi Ripley y me gustó, también de pelis en español, con Goyo en Netflix y Malta en cine. Jornadas llenas de decisiones, dificultades y esfuerzos, de ir abriendo camino en un entorno complejo, y ha sido precisamente ese acontecer complicado el que me ha hecho sentir que ha pasado mucho tiempo desde que empecé labor… y solo ha sido un mes. Pero parece que mi pasado reciente se volvió distante. 





lunes, 29 de julio de 2024

Una serie de instantáneas

Salgo, avanzo, levanto la mirada, busco lo que queda de luna, siento la brisa en la piel. Me encanta esa sensación de frío que me anima a empezar la ruta. De fondo, la montaña. Cerca, las mirlas cazando lombrices. Al lado, los caminantes de siempre. Percibo una repentina y fugaz sensación de perfección. Una mirada al mundo del comienzo de semana, una mirada interna para examinar las profundidades de mi ser después de un par de días de reposo en medio del letargo y la quietud, días en los que anduve a media marcha, sin pulsar una tecla para asuntos laborales o académicos, días en los que sentí el abrazo lluvioso.

Se acabó un finde que comenzó con noche de ginebras y una buena conversación para acompañar un encuentro de amigas; siguió con un sábado perezoso de grandes esfuerzos por mantener los ojos abiertos, siesta a media mañana y a media tarde, con pausa para café y oblea durante una visita campeona y mucha paz; para terminar con un amanecer de domingo bajo lluvia torrencial y jornada de calma con comida abundante y brindis varios en familia.

Sigo el camino y veo todo claro bajo una luz grisácea y un ambiente húmedo que anuncia otra vez bajas temperaturas… pero es impredecible confirmar ahora cómo estará el clima. Nunca se sabe, menos con el viento empujando en todas las direcciones. Empezar la semana con entusiasmo me pone contenta, quizá los días que vengan sean serenos, volverá el chiqui, eso ya es todo un acontecimiento, es lo que necesito para mantener la ilusión.

Continúo en la ruta y pienso mientras hago pausa hidratante en que no quiero seguir un tren de vida extenuante. No me seduce para nada dejarlo todo por dedicarme a una labor que me satisface poquísimo y que no deja tiempo para lo que me alegra el alma. Prefiero una vida atractiva…. Con actitud de aprendizaje permanente, disfrute prolongado, sin detener fuentes de conocimiento y placer, pero en semana parece que mi existencia está confinada en un piso sexto con vista al nororiente de la city. Un espacio amplio que resulta estrecho, un lugar en el que permanezco en la superficie. La semana empieza y termina con mucha intensidad. Entre tanto, la labor va y viene. Hay espacios que parecen anodinos, experiencias neutras y muchos contratiempos y, sin embargo, a esta altura no me queda más que la irreductible certeza de que tengo que seguir trabajando… otros muchos años más. El compromiso con la realidad me cuesta a veces, pero lo asumo, y pues bueno, cada uno decide qué tolera, se elige la manera de hacer viables los días, así que, por ahora, dejaré que floten lentamente. A lo que vinimos….


domingo, 28 de julio de 2024

U N O

El menú del finde pasado fue variado. Empezó con un desayuno de cafetería de carretera, con rico pandebono y almojábana.  Siguió con intento de estafa por nuestra intensión de calibrar neumáticos. Salimos invictas y felices de habernos ahorrado 200 mil por una despinchada. Llegamos a destino con aire suficiente en la rueda que amenazaba desplome y a salvo. Nos recibieron con ajiaco de la casa, amenizamos la sobremesa con anécdotas varias y a media tarde partimos al pueblo a dar vuelta por las calles de siempre, aquellas cada vez más llenas, las mismas donde antes vivía la gente y ahora hay restaurantes, tiendas y hoteles. Y sí, hay pose y frivolidad, selfies, muchas. Pensé, mientras daba una mirada fugaz por la plaza, en el sinsentido de la vida, había ruido por allí. Casi todos se veían felices, tal vez lo estaban, salir de paseo cambia perspectivas y actitudes, pero alcancé a ver historias truculentas en algunas caras, las intuí por algunos gestos, ciertas miradas. A veces, el amor parece tan inevitable como accidental y, si hay mucha suerte, es de verdad, tanto como la muerte, que a todos nos llegará…. Bueno, hasta ahora parece que no hay vuelta atrás, llega porque llega –no sé por qué imaginaba y recordaba el paseo al cementerio que mi chiqui visitó en sus recientes vacaciones al sur– En fin, después de la vuelta tradicional volví a tierra, me elevé solo por un instante, compré un libro viejo en una tienda que me gustó y nos instalamos a comer tortas varias y a seguir conversando de esto y aquello. La noche anduvo de copas y risas. Jugamos UNO, nos divertimos sin mucha pretensión, pero con mucha emoción. Entre colores, números y cambio de mazo alguien se coronó campeón y nos fuimos a dormir casi al amanecer. El domingo fue de tomates, caminata de inspección agrícola y más historias de tradiciones ocultistas, esoterismo y otros asuntos afines, así hasta que regresamos al hogar… ah, pero antes una parada en el camino para arepas, frambuesas, mermeladas y queso. No podía llegar sin las delicias de la tierrita. Fue un finde sereno, pero estupendo.









viernes, 19 de julio de 2024

Un mes después...

Otra rama, otra cultura, parece otro país. Un idioma diferente, una terminología experta, todo un vuelco profesional. Espacios indeterminados, sensación de aparente pericia y seriedad, un trato amable, frío y distante. Me pregunto con frecuencia quiénes serán de verdad, si serán de verdad. Pero poco a poco, la vida se va volviendo cotidiana. La novedad deja de ser, el asombro también. La costumbre se instala paulatinamente. La rutina llega silenciosa e imponente y voy aprendiendo otras maneras de ser.

Vine dejando certezas, seguridades, mi zona cómoda. Era el momento quizá, un ahora o nunca porque la vida es una carrera vertiginosa e imparable y sin mucho darme cuenta ya estaba establecida, queriendo que todo se mantuviera más o menos como estaba. No estaba mal, pero bueno, no sé.

En contra de mis pronósticos de la primera semana, cuando me sentía totalmente caótica y perdida, me estoy acostumbrando y, con el paso de los días, me va dando la impresión de que pronto seré parte, lo dominaré también. Tengo un conocimiento superficial de esta nueva realidad, pero también la intención de ensanchar el horizonte y creo que será cuestión de calma para sobrellevar la duda, de actitud, de tener mente abierta, despojarme de prejuicios, entender diferencias, de mantenerme sensata, moderada y pragmática, de disponer de unos cuantos minutos extra para analizar otra perspectiva, conocer razones y entender que hay muchas formas de hacer lo mismo y que no siempre la mía es la más apropiada. Quiero pensar que fue una buena decisión y que el espectáculo no ha hecho más que comenzar…






jueves, 18 de julio de 2024

Así hasta hoy

Tengo pendiente dejar por acá el pasado sábado de fiesta, aquel encuentro luminoso, el domingo en calma, un día de reposo y letras, los días de semana acompañados de intenso viento mañanero y hoy que los pájaros han cantado fuerte y la lluvia quiere inundar el espacio, pero no se decide. A los pájaros los sentí como si estuvieran dentro de la casa, me sacaron de la profundidad del sueño antes siquiera de que la alarma se encendiera. Las gotas de agua del camino a la oficina le dieron un toque particular a mi peinado y ahora mi cabeza luce esponjosa. 

Envuelta en el día a día y sumergida en un aprendizaje constante de asuntos que algo tienen de interesante, he dejado mis rutinas, o mejor, las he cambiado un poco en el transcurrir de esta semana. 

Atendiendo las complejas y variadas necesidades que impone la labor, he procurado evitar la respuesta impulsiva y fugaz, y me he inclinado por procesar unos minutos, no muchos claro, cada solicitud, intentando ser un tanto meticulosa. Y decía, iba a seguir diciendo, pero se acaba el tiempo de nuevo y quedo en puntos suspensivos…




sábado, 13 de julio de 2024

Punto ciego

El trabajo lo absorbe todo. Intento no ser demoledora, no juzgar, pero percibo que cuanta más queja, más ansia, más neurosis, más drama… se han ido el brillo y la alegría. Todo parece cada vez más complejo y difícil. Sucesos en apariencia leves desatan crisis inesperadas. Lo superficial resulta tener de repente mucho fondo. A veces interpreto el asunto como algo de maldad pura. Son muchos hilos sueltos y no logro descifrar el interior de la realidad oculta, tengo una sola versión, claro. Algo pasa, algo quiere decir. Un comportamiento que deja indicios, pero son solo sombras. Hay personas así, abominables, que actúan de esa manera cuando coinciden ciertas personalidades. No sé qué es, pero resulta ruin. Me deja cavilando, sin respuesta clara, inequívoca y sintiendo que poco vale la pena. Es una suerte de engaño, una manipulación que los vuelve endebles, seres temerosos que buscan resultados, no piensan, entran en trance, pero no sé cómo aguantan, saben seguir a pesar del maltrato. No está siendo desolador, no, pero quizá sí es poco estimulante. No sé, tal vez aburrido e ingrato.  



viernes, 12 de julio de 2024

Destellos

Una idea que surge cuando el reflejo del sol palidece y rompe el transcurrir con su matiz. Las horas cansadas se acaban y la emoción vuelve al camino cuando, llena de sutileza, llega otra vez la noche. Poco a poco, el ambiente se carga de silencio y paz, pierdo mis pasos y comienza a rodar una historia sin afán, sin decaimientos, una que lleva solo el peso de un día expectante y abre puertas a mínimos detalles, a la persistencia del amor que resiste un pasado ya casi remoto. Esa singular forma de irse a dormir. 

Una idea más cuando aparece el silbido de los pájaros que le dan la bienvenida a un nuevo día, cuando tenue se asoma el primer rayo de luz. Sigue el interés, incluso hay entusiasmo al despertar. Se agradece la frescura del entorno al abrir la ventana y el tono de los buenos días, pero sobre todo el ritmo y las pausas deliberadas mientras el cuerpo se estira. También la conexión que surge con la voz que me eleva en una mañana más, una cargada de sensaciones. Esa particular manera de salir de la cama.

  

jueves, 11 de julio de 2024

Indecisa y escéptica

Se concentra en el horizonte un rato, vuelve a su taza, bebe un sorbo, mira su teléfono, busca algo en su bolso. Se recuesta en el espaldar de la silla, pero deja la cabeza erguida. Tiene los ojos azules. Se queda quieta, fija la mirada… Parece reconocer la onda expansiva de aquellos sucesos que marcaron el transcurrir de algunos años y que ahora traen daños colaterales, unos diferentes a los que se podían intuir. Quiso entender y capturar la esencia, fue más allá de la superficie, se adentró en motivaciones, conoció deseos y miedos y se sintió atrapada. Las contradicciones permanentes, los vacíos que se materializaban, distintas emociones, diferentes tonos, pero una sola voz afligida que prefirió emprender otra búsqueda. Dejar atrás. Pero, de repente, es como si todo volviera a empezar, como si hasta ahora sucediera. Como si estuviera pérdida en un laberinto, uno del que no se ha ido nunca, uno en el que parece haber estado siempre.

Interpretaciones descabelladas de una turista que toma café cerca de mí.



miércoles, 10 de julio de 2024

Todo desafina

Instantes infinitos. Se liberan tiempos

Llega inevitable. Voraz y sin escapatoria

Un desafío para las certezas

Se abstrae para leer el mundo

Dibuja el contorno de una nube

Quedan pálidas sombras y nuevos sentidos

Primero brilla y ensordece

Termina opaco y en silencio

Se siente sabio. Implacable

Se mueve con curiosidad. Con vértigo

Con profunda observación

Escribe en su cabeza

Imagina el perfil de una montaña

No se asusta con el miedo a flor de piel

No mide consecuencias

Sigue creyendo que todo es posible

Le pone cuerpo. Le pone corazón

Con pocas respuestas. En una zona gris

Lo entiende todo, lo vive



martes, 9 de julio de 2024

En acción

A veces no tengo idea lo que estoy haciendo, pero voy viendo sobre la marcha y creo que la próxima saldrá mejor. ¿Habrá mejor? claro, claro, pero ¿valdrá la pena? También, por supuesto. Me convenzo. No mucho. Así que no pasa nada, estoy trabajando. Está bien a veces no saber cuál es la mejor manera. Soy grande, pero todavía me equivoco, obvio. Eso también es válido. Me señalo yo primero, supongo que los demás también. Sigo adelante con proyectos y con vacíos, como todos. Con valentía. Al final, por dispares que sean los argumentos, la historia parece ser siempre la misma, solo que los ánimos se revuelven un tanto. Aun así, pretendo seguir siendo buena en lo mío y aprender de lo demás, poniéndome a prueba y superándola. 

Una mañana más que se va en pequeñeces, cuando me doy cuenta, porque estoy hambrienta, salgo en busca del almuerzo habitual.  Me instalo bajo un parasol que cubre una luz opaca. La tibieza de hace un rato desapareció y se siente un mediodía invernal. Por un lado hablan de vidas completamente contradictorias, una en particular, por el otro de manzanas caramelizadas en cocoa. Me distraigo. Vuelvo a mi ensalada. Hoy no llevo prisa, mejor busco un poco de silencio, a ver a dónde me lleva el destino. Me cruzo con una niña a la que le sonríen los ojos, la alegría de la infancia o la de las vacaciones, imagino. La brisa se intensifica, de la nada me sumerjo en un ambiente helado, ni un rayo de sol, pero no quiero entrar, prefiero aire libre. Veo caras. La corriente del viento y del azar me lleva a mis conversaciones de ayer, las aburridas de elementos faltantes, de errores bobos que afectan un montón, las otras también, las de novedades y extrañamientos, y las historias del sur que me entusiasmaron como si yo misma hubiese estado por allá. Cambiar te tema para encender la vida. Pienso. Oír risas en las mesas vecinas, recordar palabras y propuestas, añorar el cielo limpio de otros días, la libertad del tiempo propio. La mañana de la jornada ha llegado por fin a su destino, ahora debo cambiar el paso… retomar, no mirar el reloj. En la tarde el tiempo volará, no alcanzará, todo se precipitará.  Vuelvo al instante, al presente y creo que me voy convenciendo de que puedo omitir muchos momentos refugiándome en lo que me gustó de ayer, del ayer y soñando con lo que espero de mañana. Al final, recogiendo de aquí y de allá, todo ha estado bien y estará mejor.


lunes, 8 de julio de 2024

Darse tiempo

Reflexiones de un lunes que de momento se siente cálido. Julio ha estado un tanto complejo, más que un tanto, lo ha estado de forma intensa. Una semana sola, conociendo, aprendiendo, cuestionando. Me ha costado, pero ya dejó de ser. Creo que lo que viene estará más tranquilo, por lo menos ahora estoy acompañada. La mente pide calma y estoy convencida de que resultará. Siguen sin gustarme muchas cosas, pero a ratos me planteo asumir en paz y dejar de pensar en lo que fue... Ojalá no se me pasen tan pronto los propósitos. Son los planes, las expectativas, lo que sea que esconda el acontecer en el momento, lo que tiene sentido. El presente asfixia a veces, pero después de todo, el futuro brilla. 

Al final del túnel habrá luz, quizá antes, lo sé, pero pierdo la esperanza varias veces al día. La recupero también. Trabajo y no está mal. Empiezo. Todavía estoy empezando. Esto llegó como un enorme desafío, pero voy bien. O no sé. La razón se rinde a veces. O la que se rinde soy yo que prefiero mirar a través de la ventana. Cierro la persiana, me obligo a ver la pantalla. Vuelvo a abrir. Se supone que cuando los locos son liberados están más tranquilos, pues así.  

Me asomo un rato a ver la calle. Un privilegio. Veo la punta de un hilo, la imagino para saber por dónde tirar hacia algo o mejor dejo volar las alas con el viento en la cara... que se mueva el horizonte más allá. Ya estoy tambaleando...Es correr el riesgo de levantarse y seguir cayendo. Sí, a veces me da por dramatizar.



domingo, 7 de julio de 2024

Acaso

Quizá sea un riesgo. Asumirlo, involucrarse

No recibir nada a cambio. Intentar

Esperar... Desesperar

O encontrar sentido

 

Quizá sea que diga y haga, que piense y sienta

Que deje volar las palabras

Aprenda, sienta, crezca

O pierda el miedo

 

Quizá sea pura belleza y misterio

Una vida libre. Fracasar y recuperar

Tener ilusiones

O transitar al éxito

 

Quizá sean dudas y sonrisas

No decepcionarnos. Seguir impulsos

Animar y dar vida

O empezar de nuevo

 

Quizá se rompan límites

Fluya la inquietud y la curiosidad

El día nunca acabe

O se esfume fugaz

 

Quizás sea la mirada, un secreto escondido

Lo que eres, lo que soy, lo que somos

Una idea que asoma, el destello que se esconde

O tal vez nada

Primera impresión

Había inspeccionado en el espejo todos los detalles de mi rostro, me los aprendí de memoria, eran otros, eran nuevos.  Los busqué en la profundidad y belleza de sus ojos intensamente negros. Nos mirábamos a la cara y no nos decíamos nada. Él esperaba mis respuestas, yo no tenía ninguna. No íbamos a ninguna ­parte. Sirvieron el café y empezamos a convencernos de que la escena no era como nos la habíamos imaginado y de que lo mejor que podíamos hacer era despedirnos, pero nos ahorramos el suceso, nos lo callamos dignamente y sonreímos.


sábado, 6 de julio de 2024

Cosas que me digo cuando acaba la semana

Miro el cielo y pienso que no voy a escapar por un golpe del destino, tampoco lo haré por decisión propia, al menos no a esta altura... Acabo de llegar. Será un día a la vez y estará bien. A las nubes parece quedarles fácil desprenderse, se sueltan sin complicación aparente, solo fluyen y siguen su camino. Las envidio un poco.

El café del jueves, corriendo, con risas ligeras, oyendo planes... estuvo divertido, tanto que casi me subo a una moto para el regreso a casa; y la cena de ayer, actualizándonos, desahogándonos, riéndonos y confabulando, fue oasis refrescante en medio de la semana y sus labores. Sin compañía hogareña todo cuesta un poco más, pero nada es tan grave y mucho menos terrible, solo parece aburrido, muy aburrido.

La gente, sus gestos, voy aprendiendo. El tiempo, los detalles, lo importante. Caras de tedio, de dificultad, incluso un poco de amargura. Está todo ahí, en un piso sexto. Seguro cambia pronto y tengo otra percepción en breve. Puede ser. No vale que me detenga en algunos asuntos, imágenes que mejor paso por alto. Me aturden un poco la desidia y la pereza, pero no los culpo, cómo hacerlo, solo giran en mi cabeza esos instantes en que quisiera hacerlos reaccionar de alguna forma, de muchas maneras. No me quiero quedar nunca quieta, pero quizá dejo de mirar donde no miran los demás.

Tal vez lo mejor sea concentrarme en la ruta, percibir la emoción de aquellos que van cerca en el camino... los que ya empiezo a ver a diario. El señor que barre siempre su anden antes de abrir la tienda. Es simpático y deja impecable su espacio. Lo cotidiano me gusta a veces, reconozco caras, expresiones, la fugacidad cuando me cruzo con algunos... Hay un poco de todo, creo que incluso, con la perspectiva adecuada, los andenes rotos parecen arte.



miércoles, 3 de julio de 2024

Mitad de semana

Instante de felicidad

Dar rienda suelta al impulso al levantarme, estirarme mucho, poner el pie derecho al salir de la cama. Hervir el agua, moler el café, mezclar, filtrar. Freír un par de huevos, con la yema blanda, pero bien hecha. Dorar una arepa, ponerle queso, poco, sin exagerar. Pelar el mango, partir un trozo de piña, ponerle banano y agregar un par de uvas. Servir y disfrutar. Mejor en compañía, mejor cuando lo encuentro todo servido, mejor si tengo tiempo para tomármelo con calma, pero es día laboral y mis chicos están de vacaciones. Es lo que es y tampoco es que esté mal, me queda rico.

Instante de madurez

Dosificar los arrebatos. Encender la conexión neuronal que activa la prudencia antes de doblar una esquina y de cruzar una calle. No sucumbir al impulso y apostar por la convivencia. No amargarme en exceso por lo mal que está el andén, los andenes, las calles, la ciudad entera, por lo horriblemente mal que funcionan muchas cosas. Sortear con pericia la basura desparramada que alguien ha dejado en punto en medio de la ruta. 


Instante de humildad

Descubrir que la que un día consideré información irrelevante que mi cerebro descartó, se ha convertido ahora en muy importantísima. De repente me dicen monstrencos, guarismos y yo digo lo que pueda. Sigo en aprendizaje, avanzo lento, o no, tal vez normal, quizá, incluso, a buen ritmo. Pero todo parece un caos monumental, día sí y día también, y creo que no debería. 





martes, 2 de julio de 2024

Definiendo entiendo

Urbano. A veces, lo que muestra la calle es brutal. Y sutil. Lo novedoso de los pequeños detalles en la ruta trae de todo. Una seguridad profunda que acompaña cuando acudo a mis recuerdos y también una afirmación silenciosa de que todo puede ocurrir.

Resistente. Un sentimiento confuso que atrapa y trae a la mente imágenes de un lejano tiempo. Ayer, cuando volvieron a cruzarse, cuando surgió un roce, el reflejo de una presencia cercana, vibrante y poderosa. Todo lo que sigue pasando ahí. Sucede por sí solo y seguirá sucediendo. No hay otra opción. Y nunca la hubo.

Preciso. Un día cualquiera uno empieza a olvidar nombres, ya no están ni siquiera en la punta de la lengua, hay que ir muy atrás en el cerebro, llegar al lugar exacto, casi cerrar los ojos. Cerrarlos. Intentarlo, despejar confusiones y encontrarlos.

Misterio. La niebla que envuelve la casa. La nube que nos atrapa y nos esconde, presagia lluvia, pero son gotas aisladas. Las luces en el cielo del amanecer que trae la frescura del aire cuando comienza el día. Las palabras que se repiten con significado contrario. Los secretos indescifrables. Los amores indecisos. Las flores venenosas. Lo finito de nuestro tiempo.

Ligereza. En esta vida muy ocupadísima en la que hay que hacerlo todo, si es de inmediato mejor, es necesario salir de la ruedita de ratón de laboratorio, al menos por un rato. Buscar un nuevo entorno, pensar en algo diferente, fluir y recargar. Siempre se puede. Quedarse por ahí, pensando lo diferente … fluyendo. Superar la carga. No volver a la rueda. 

Fortuna. No todo se puede y menos en simultánea. Belleza y felicidad rural sí, un miniparaíso al alcance del despertar de domingo con un poco menos de frío y algo más de sol. Pequeños destellos de suerte climática o ambiental. Es tan bonito, a veces. 



lunes, 1 de julio de 2024

Dónde si no

En el Tablazo, por supuesto. Ayer tuve domingo de ascenso palpitante y resplandeciente, en buena compañía, perfecto para cierre de semestre. Partimos del pantano, así que estuvo suave, pero no por eso menos entretenido.  Con la dicha de una mañana despejada arrancamos a recibir sol y poca brisa después de un desayuno veraniego en el que me excedí en sal, pero compensé con chocolate. El brillo de la laguna y el azul intenso del cielo nos dieron la bienvenida al cerro. Estuvo lindo y divertido.  La subida fue de conversar, explorar, probar moras silvestres y otra baya amarga que no supe qué fue, posar, saltar espontáneamente, embarrarnos, y también reírnos. El descenso un poco de lo mismo, pero a otro ritmo.  La tarde anduvo de almuerzo típico en la terraza, una actualización oficinística, preguntas de tía y anécdotas varias, todo mientras la tarde iba cayendo, el sol intenso desaparecía y la lluvia torrencial entraba en escena. Así se fue el día, uno bonito que quedará atesorado en el baúl de los paseos que confirman que mi pasión por este cerro solo crece más fuerte.

Jóvenes y radiantes, no solo ellos, así también soy yo, al menos en el corazón. Y bueno, la realidad es que uno se mimetiza completamente, se confunde con lo que lo rodea, con lo cual soy una más, con veinte y tantos más, ja.

Suceso reciente

La caída

Se lanza. No grita. No es necesario. El viento no le devuelve ningún sonido. El vacío es limpio. Preciso. Sin enseñanza. Se lanza porque en ...