Se acaba el mes, otro más. Julio ha sido la suma de días de
aprendizajes, un mes lleno de jornadas intensas, de colores cambiantes, huidas
arriesgadas, escenas de gran intrascendencia y vacaciones en tercera persona.
Días de volver a las series, vi Ripley y me gustó, también de pelis en español,
con Goyo en Netflix y Malta en cine. Jornadas llenas de decisiones,
dificultades y esfuerzos, de ir abriendo camino en un entorno complejo, y ha
sido precisamente ese acontecer complicado el que me ha hecho sentir que ha
pasado mucho tiempo desde que empecé labor… y solo ha sido un mes. Pero parece
que mi pasado reciente se volvió distante.
Sucesos que llenan mi mundo: momentos en los que disfruto, me sorprendo, reflexiono, invento. Instantes que quiero atesorar para que cobren vida cuando sea necesario.
miércoles, 31 de julio de 2024
Es miércoles, otra vez
lunes, 29 de julio de 2024
Una serie de instantáneas
Salgo,
avanzo, levanto la mirada, busco lo que queda de luna, siento la brisa en la
piel. Me encanta esa sensación de frío que me anima a empezar la ruta. De
fondo, la montaña. Cerca, las mirlas cazando lombrices. Al lado, los caminantes
de siempre. Percibo una repentina y fugaz sensación de perfección. Una mirada
al mundo del comienzo de semana, una mirada interna para examinar las
profundidades de mi ser después de un par de días de reposo en medio del
letargo y la quietud, días en los que anduve a media marcha, sin pulsar una
tecla para asuntos laborales o académicos, días en los que sentí el abrazo
lluvioso.
Se acabó
un finde que comenzó con noche de ginebras y una buena conversación para
acompañar un encuentro de amigas; siguió con un sábado perezoso de grandes
esfuerzos por mantener los ojos abiertos, siesta a media mañana y a media
tarde, con pausa para café y oblea durante una visita campeona y mucha paz;
para terminar con un amanecer de domingo bajo lluvia torrencial y jornada de
calma con comida abundante y brindis varios en familia.
Sigo el
camino y veo todo claro bajo una luz grisácea y un ambiente húmedo que anuncia
otra vez bajas temperaturas… pero es impredecible confirmar ahora cómo estará
el clima. Nunca se sabe, menos con el viento empujando en todas las
direcciones. Empezar la semana con entusiasmo me pone contenta, quizá los días
que vengan sean serenos, volverá el chiqui, eso ya es todo un acontecimiento,
es lo que necesito para mantener la ilusión.
Continúo
en la ruta y pienso mientras hago pausa hidratante en que no quiero seguir un
tren de vida extenuante. No me seduce para nada dejarlo todo por dedicarme a
una labor que me satisface poquísimo y que no deja tiempo para lo que me alegra
el alma. Prefiero una vida atractiva…. Con actitud de aprendizaje permanente,
disfrute prolongado, sin detener fuentes de conocimiento y placer, pero en
semana parece que mi existencia está confinada en un piso sexto con vista al
nororiente de la city. Un espacio amplio que resulta estrecho, un lugar en el
que permanezco en la superficie. La semana empieza y termina con mucha
intensidad. Entre tanto, la labor va y viene. Hay espacios que parecen
anodinos, experiencias neutras y muchos contratiempos y, sin embargo, a esta
altura no me queda más que la irreductible certeza de que tengo que seguir
trabajando… otros muchos años más. El compromiso con la realidad me cuesta a
veces, pero lo asumo, y pues bueno, cada uno decide qué tolera, se elige la
manera de hacer viables los días, así que, por ahora, dejaré que floten
lentamente. A lo que vinimos….
domingo, 28 de julio de 2024
U N O
El menú del finde pasado fue variado. Empezó con un desayuno de cafetería de carretera, con rico pandebono y almojábana. Siguió con intento de estafa por nuestra intensión de calibrar neumáticos. Salimos invictas y felices de habernos ahorrado 200 mil por una despinchada. Llegamos a destino con aire suficiente en la rueda que amenazaba desplome y a salvo. Nos recibieron con ajiaco de la casa, amenizamos la sobremesa con anécdotas varias y a media tarde partimos al pueblo a dar vuelta por las calles de siempre, aquellas cada vez más llenas, las mismas donde antes vivía la gente y ahora hay restaurantes, tiendas y hoteles. Y sí, hay pose y frivolidad, selfies, muchas. Pensé, mientras daba una mirada fugaz por la plaza, en el sinsentido de la vida, había ruido por allí. Casi todos se veían felices, tal vez lo estaban, salir de paseo cambia perspectivas y actitudes, pero alcancé a ver historias truculentas en algunas caras, las intuí por algunos gestos, ciertas miradas. A veces, el amor parece tan inevitable como accidental y, si hay mucha suerte, es de verdad, tanto como la muerte, que a todos nos llegará…. Bueno, hasta ahora parece que no hay vuelta atrás, llega porque llega –no sé por qué imaginaba y recordaba el paseo al cementerio que mi chiqui visitó en sus recientes vacaciones al sur– En fin, después de la vuelta tradicional volví a tierra, me elevé solo por un instante, compré un libro viejo en una tienda que me gustó y nos instalamos a comer tortas varias y a seguir conversando de esto y aquello. La noche anduvo de copas y risas. Jugamos UNO, nos divertimos sin mucha pretensión, pero con mucha emoción. Entre colores, números y cambio de mazo alguien se coronó campeón y nos fuimos a dormir casi al amanecer. El domingo fue de tomates, caminata de inspección agrícola y más historias de tradiciones ocultistas, esoterismo y otros asuntos afines, así hasta que regresamos al hogar… ah, pero antes una parada en el camino para arepas, frambuesas, mermeladas y queso. No podía llegar sin las delicias de la tierrita. Fue un finde sereno, pero estupendo.
viernes, 19 de julio de 2024
Un mes después...
Otra rama, otra
cultura, parece otro país. Un idioma diferente, una terminología experta, todo
un vuelco profesional. Espacios indeterminados, sensación de aparente pericia y
seriedad, un trato amable, frío y distante. Me pregunto con frecuencia quiénes serán
de verdad, si serán de verdad. Pero poco a poco, la vida se va volviendo
cotidiana. La novedad deja de ser, el asombro también. La costumbre se instala
paulatinamente. La rutina llega silenciosa e imponente y voy aprendiendo otras
maneras de ser.
Vine dejando certezas,
seguridades, mi zona cómoda. Era el momento quizá, un ahora o nunca porque la
vida es una carrera vertiginosa e imparable y sin mucho darme cuenta ya estaba
establecida, queriendo que todo se mantuviera más o menos como estaba. No estaba
mal, pero bueno, no sé.
En contra de mis
pronósticos de la primera semana, cuando me sentía totalmente caótica y
perdida, me estoy acostumbrando y, con el paso de los días, me va dando la
impresión de que pronto seré parte, lo dominaré también. Tengo un conocimiento
superficial de esta nueva realidad, pero también la intención de ensanchar el
horizonte y creo que será cuestión de calma para sobrellevar la duda, de
actitud, de tener mente abierta, despojarme de prejuicios, entender
diferencias, de mantenerme sensata, moderada y pragmática, de disponer de unos
cuantos minutos extra para analizar otra perspectiva, conocer razones y
entender que hay muchas formas de hacer lo mismo y que no siempre la mía es la
más apropiada. Quiero pensar que fue una buena decisión y que el espectáculo no
ha hecho más que comenzar…
jueves, 18 de julio de 2024
Así hasta hoy
Tengo pendiente dejar por acá el pasado
sábado de fiesta, aquel encuentro luminoso, el domingo en calma, un día de
reposo y letras, los días de semana acompañados de intenso viento mañanero y
hoy que los pájaros han cantado fuerte y la lluvia quiere inundar el espacio,
pero no se decide. A los pájaros los sentí como si estuvieran dentro de la
casa, me sacaron de la profundidad del sueño antes siquiera de que la alarma se
encendiera. Las gotas de agua del camino a la oficina le dieron un toque
particular a mi peinado y ahora mi cabeza luce esponjosa.
Envuelta en el día a día y sumergida en un aprendizaje constante de asuntos que algo tienen de interesante, he dejado mis rutinas, o mejor, las he cambiado un poco en el transcurrir de esta semana.
Atendiendo las complejas y variadas necesidades que impone la labor, he procurado evitar la respuesta impulsiva y fugaz, y me he inclinado por procesar unos minutos, no muchos claro, cada solicitud, intentando ser un tanto meticulosa. Y decía, iba a seguir diciendo, pero se acaba el tiempo de nuevo y quedo en puntos suspensivos…
sábado, 13 de julio de 2024
Punto ciego
El trabajo lo absorbe todo. Intento no ser demoledora, no juzgar, pero percibo que cuanta más queja, más ansia, más neurosis, más drama… se han ido el brillo y la alegría. Todo parece cada vez más complejo y difícil. Sucesos en apariencia leves desatan crisis inesperadas. Lo superficial resulta tener de repente mucho fondo. A veces interpreto el asunto como algo de maldad pura. Son muchos hilos sueltos y no logro descifrar el interior de la realidad oculta, tengo una sola versión, claro. Algo pasa, algo quiere decir. Un comportamiento que deja indicios, pero son solo sombras. Hay personas así, abominables, que actúan de esa manera cuando coinciden ciertas personalidades. No sé qué es, pero resulta ruin. Me deja cavilando, sin respuesta clara, inequívoca y sintiendo que poco vale la pena. Es una suerte de engaño, una manipulación que los vuelve endebles, seres temerosos que buscan resultados, no piensan, entran en trance, pero no sé cómo aguantan, saben seguir a pesar del maltrato. No está siendo desolador, no, pero quizá sí es poco estimulante. No sé, tal vez aburrido e ingrato.
viernes, 12 de julio de 2024
Destellos
Una idea que surge cuando el reflejo del sol palidece y rompe el transcurrir con su matiz. Las horas cansadas se acaban y la emoción vuelve al camino cuando, llena de sutileza, llega otra vez la noche. Poco a poco, el ambiente se carga de silencio y paz, pierdo mis pasos y comienza a rodar una historia sin afán, sin decaimientos, una que lleva solo el peso de un día expectante y abre puertas a mínimos detalles, a la persistencia del amor que resiste un pasado ya casi remoto. Esa singular forma de irse a dormir.
Una idea más cuando aparece el silbido de los pájaros que le
dan la bienvenida a un nuevo día, cuando tenue se asoma el primer rayo de luz.
Sigue el interés, incluso hay entusiasmo al despertar. Se agradece la frescura
del entorno al abrir la ventana y el tono de los buenos días, pero sobre todo el ritmo y las pausas deliberadas mientras el cuerpo se estira. También la conexión que surge con la voz que me eleva en una mañana más, una
cargada de sensaciones. Esa particular manera de salir de la cama.
jueves, 11 de julio de 2024
Indecisa y escéptica
Se concentra en el horizonte un rato, vuelve a
su taza, bebe un sorbo, mira su teléfono, busca algo en su bolso. Se recuesta
en el espaldar de la silla, pero deja la cabeza erguida. Tiene los ojos azules.
Se queda quieta, fija la mirada… Parece reconocer la onda expansiva de aquellos
sucesos que marcaron el transcurrir de algunos años y que ahora traen daños
colaterales, unos diferentes a los que se podían intuir. Quiso entender y
capturar la esencia, fue más allá de la superficie, se adentró en motivaciones,
conoció deseos y miedos y se sintió atrapada. Las contradicciones permanentes,
los vacíos que se materializaban, distintas emociones, diferentes tonos, pero
una sola voz afligida que prefirió emprender otra búsqueda. Dejar atrás. Pero,
de repente, es como si todo volviera a empezar, como si hasta ahora sucediera.
Como si estuviera pérdida en un laberinto, uno del que no se ha ido nunca, uno
en el que parece haber estado siempre.
Interpretaciones descabelladas de una turista que toma café cerca de mí.
miércoles, 10 de julio de 2024
Todo desafina
Instantes infinitos. Se liberan tiempos
Llega inevitable. Voraz y sin escapatoria
Un desafío para las certezas
Se abstrae para leer el mundo
Dibuja el contorno de una nube
Quedan pálidas sombras y nuevos sentidos
Primero brilla y ensordece
Termina opaco y en silencio
Se siente sabio. Implacable
Se mueve con curiosidad. Con vértigo
Con profunda observación
Escribe en su cabeza
Imagina el perfil de una montaña
No se asusta con el miedo a flor de piel
No mide consecuencias
Sigue creyendo que todo es posible
Le pone cuerpo. Le pone corazón
Con pocas respuestas. En una zona gris
Lo entiende todo, lo vive
martes, 9 de julio de 2024
En acción
A veces no tengo idea
lo que estoy haciendo, pero voy viendo sobre la marcha y creo que la próxima
saldrá mejor. ¿Habrá mejor? claro, claro, pero ¿valdrá la pena? También, por
supuesto. Me convenzo. No mucho. Así que no pasa nada, estoy trabajando. Está
bien a veces no saber cuál es la mejor manera. Soy grande, pero todavía me
equivoco, obvio. Eso también es válido. Me señalo yo primero, supongo que los
demás también. Sigo adelante con proyectos y con vacíos, como todos. Con
valentía. Al final, por dispares que sean los argumentos, la historia parece
ser siempre la misma, solo que los ánimos se revuelven un tanto. Aun así,
pretendo seguir siendo buena en lo mío y aprender de lo demás, poniéndome a
prueba y superándola.
—
Una mañana más que se va en pequeñeces, cuando me doy cuenta,
porque estoy hambrienta, salgo en busca del almuerzo habitual. Me
instalo bajo un parasol que cubre una luz opaca. La tibieza de hace un rato
desapareció y se siente un mediodía invernal. Por un lado hablan de vidas completamente
contradictorias, una en particular, por el otro de manzanas caramelizadas en
cocoa. Me distraigo. Vuelvo a mi ensalada. Hoy no llevo prisa, mejor busco un
poco de silencio, a ver a dónde me lleva el destino. Me cruzo con una niña a la
que le sonríen los ojos, la alegría de la infancia o la de las vacaciones,
imagino. La brisa se intensifica, de la nada me sumerjo en un ambiente helado,
ni un rayo de sol, pero no quiero entrar, prefiero aire libre. Veo caras. La
corriente del viento y del azar me lleva a mis conversaciones de ayer, las
aburridas de elementos faltantes, de errores bobos que afectan un montón,
las otras también, las de novedades y extrañamientos, y las historias del sur
que me entusiasmaron como si yo misma hubiese estado por allá. Cambiar te tema
para encender la vida. Pienso. Oír risas en las mesas vecinas, recordar
palabras y propuestas, añorar el cielo limpio de otros días, la libertad del
tiempo propio. La mañana de la jornada ha llegado por fin a su destino,
ahora debo cambiar el paso… retomar, no mirar el reloj. En la tarde el
tiempo volará, no alcanzará, todo se precipitará. Vuelvo al
instante, al presente y creo que me voy convenciendo de que puedo omitir muchos
momentos refugiándome en lo que me gustó de ayer, del ayer y soñando con lo que
espero de mañana. Al final, recogiendo de aquí y de allá, todo ha estado bien y
estará mejor.
lunes, 8 de julio de 2024
Darse tiempo
Reflexiones de un lunes que de momento se siente cálido. Julio ha estado un tanto complejo, más que un tanto, lo ha estado de forma intensa. Una semana sola, conociendo, aprendiendo, cuestionando. Me ha costado, pero ya dejó de ser. Creo que lo que viene estará más tranquilo, por lo menos ahora estoy acompañada. La mente pide calma y estoy convencida de que resultará. Siguen sin gustarme muchas cosas, pero a ratos me planteo asumir en paz y dejar de pensar en lo que fue... Ojalá no se me pasen tan pronto los propósitos. Son los planes, las expectativas, lo que sea que esconda el acontecer en el momento, lo que tiene sentido. El presente asfixia a veces, pero después de todo, el futuro brilla.
Al final del túnel habrá luz, quizá antes, lo sé, pero pierdo la esperanza
varias veces al día. La recupero también. Trabajo y no está mal. Empiezo.
Todavía estoy empezando. Esto llegó como un enorme desafío, pero voy bien. O no
sé. La razón se rinde a veces. O la que se rinde soy yo que prefiero mirar
a través de la ventana. Cierro la persiana, me obligo a ver la pantalla.
Vuelvo a abrir. Se supone que cuando los locos son liberados están
más tranquilos, pues así.
Me asomo un rato a ver la calle. Un privilegio. Veo la punta de un
hilo, la imagino para saber por dónde tirar hacia algo o mejor dejo volar las
alas con el viento en la cara... que se mueva el horizonte más allá. Ya estoy
tambaleando...Es correr el riesgo de levantarse y seguir cayendo. Sí, a
veces me da por dramatizar.
domingo, 7 de julio de 2024
Acaso
Quizá sea un riesgo. Asumirlo,
involucrarse
No recibir nada a cambio.
Intentar
Esperar... Desesperar
O encontrar sentido
Quizá sea que diga y haga, que
piense y sienta
Que deje volar las palabras
Aprenda, sienta, crezca
O pierda el miedo
Quizá sea pura belleza y
misterio
Una vida libre. Fracasar y
recuperar
Tener ilusiones
O transitar al éxito
Quizá sean dudas y sonrisas
No decepcionarnos. Seguir
impulsos
Animar y dar vida
O empezar de nuevo
Quizá se rompan límites
Fluya la inquietud y la
curiosidad
El día nunca acabe
O se esfume fugaz
Quizás sea la mirada, un secreto
escondido
Lo que eres, lo que soy, lo que
somos
Una idea que asoma, el destello
que se esconde
O tal vez nada
Primera impresión
Había inspeccionado en el espejo todos los detalles de mi rostro, me los aprendí de memoria, eran otros, eran nuevos. Los busqué en la profundidad y belleza de sus ojos intensamente negros. Nos mirábamos a la cara y no nos decíamos nada. Él esperaba mis respuestas, yo no tenía ninguna. No íbamos a ninguna parte. Sirvieron el café y empezamos a convencernos de que la escena no era como nos la habíamos imaginado y de que lo mejor que podíamos hacer era despedirnos, pero nos ahorramos el suceso, nos lo callamos dignamente y sonreímos.
sábado, 6 de julio de 2024
Cosas que me digo cuando acaba la semana
Miro
el cielo y pienso que no voy a escapar por un golpe del destino, tampoco lo
haré por decisión propia, al menos no a esta altura... Acabo de llegar. Será un
día a la vez y estará bien. A las nubes parece quedarles fácil desprenderse, se
sueltan sin complicación aparente, solo fluyen y siguen su camino. Las envidio
un poco.
El
café del jueves, corriendo, con risas ligeras, oyendo planes... estuvo
divertido, tanto que casi me subo a una moto para el regreso a casa; y la cena
de ayer, actualizándonos, desahogándonos, riéndonos y confabulando, fue oasis
refrescante en medio de la semana y sus labores. Sin compañía hogareña todo
cuesta un poco más, pero nada es tan grave y mucho menos terrible, solo parece
aburrido, muy aburrido.
La
gente, sus gestos, voy aprendiendo. El tiempo, los detalles, lo importante.
Caras de tedio, de dificultad, incluso un poco de amargura. Está todo ahí, en
un piso sexto. Seguro cambia pronto y tengo otra percepción en breve. Puede
ser. No vale que me detenga en algunos asuntos, imágenes que mejor paso por
alto. Me aturden un poco la desidia y la pereza, pero no los culpo, cómo
hacerlo, solo giran en mi cabeza esos instantes en que quisiera hacerlos
reaccionar de alguna forma, de muchas maneras. No me quiero quedar nunca
quieta, pero quizá dejo de mirar donde no miran los demás.
Tal vez lo mejor sea concentrarme en la ruta, percibir la emoción de aquellos que van cerca en el camino... los que ya empiezo a ver a diario. El señor que barre siempre su anden antes de abrir la tienda. Es simpático y deja impecable su espacio. Lo cotidiano me gusta a veces, reconozco caras, expresiones, la fugacidad cuando me cruzo con algunos... Hay un poco de todo, creo que incluso, con la perspectiva adecuada, los andenes rotos parecen arte.
miércoles, 3 de julio de 2024
Mitad de semana
Instante de
felicidad
Dar rienda suelta al impulso
al levantarme, estirarme mucho, poner el pie derecho al salir de la cama.
Hervir el agua, moler el café, mezclar, filtrar. Freír un par de huevos, con la
yema blanda, pero bien hecha. Dorar una arepa, ponerle queso, poco, sin
exagerar. Pelar el mango, partir un trozo de piña, ponerle banano y agregar un
par de uvas. Servir y disfrutar. Mejor en compañía, mejor cuando lo encuentro
todo servido, mejor si tengo tiempo para tomármelo con calma, pero es día
laboral y mis chicos están de vacaciones. Es lo que es y tampoco es que esté
mal, me queda rico.
Instante de
madurez
Dosificar los arrebatos.
Encender la conexión neuronal que activa la prudencia antes de doblar una
esquina y de cruzar una calle. No sucumbir al impulso y apostar por la
convivencia. No amargarme en exceso por lo mal que está el andén, los andenes,
las calles, la ciudad entera, por lo horriblemente mal que funcionan muchas
cosas. Sortear con pericia la basura desparramada que alguien ha dejado en
punto en medio de la ruta.
Instante de humildad
Descubrir que la que un día consideré información irrelevante que mi cerebro descartó, se ha convertido ahora en muy importantísima. De repente me dicen monstrencos, guarismos y yo digo lo que pueda. Sigo en aprendizaje, avanzo lento, o no, tal vez normal, quizá, incluso, a buen ritmo. Pero todo parece un caos monumental, día sí y día también, y creo que no debería.
martes, 2 de julio de 2024
Definiendo entiendo
Urbano. A veces, lo que muestra la calle es brutal. Y sutil. Lo novedoso de los pequeños detalles en la ruta trae de todo. Una seguridad profunda que acompaña cuando acudo a mis recuerdos y también una afirmación silenciosa de que todo puede ocurrir.
Resistente.
Un sentimiento confuso que atrapa y trae a la mente imágenes de un lejano
tiempo. Ayer, cuando volvieron a cruzarse, cuando surgió un roce, el reflejo de
una presencia cercana, vibrante y poderosa. Todo lo que sigue pasando ahí.
Sucede por sí solo y seguirá sucediendo. No hay otra opción. Y nunca la hubo.
Preciso.
Un día cualquiera uno empieza a olvidar nombres, ya no están ni siquiera en la
punta de la lengua, hay que ir muy atrás en el cerebro, llegar al lugar exacto,
casi cerrar los ojos. Cerrarlos. Intentarlo, despejar confusiones y
encontrarlos.
Misterio.
La niebla que envuelve la casa. La nube que nos atrapa y nos esconde, presagia
lluvia, pero son gotas aisladas. Las luces en el cielo del amanecer que trae la
frescura del aire cuando comienza el día. Las palabras que se repiten con
significado contrario. Los secretos indescifrables. Los amores indecisos. Las
flores venenosas. Lo finito de nuestro tiempo.
Ligereza. En esta vida muy ocupadísima en la que hay que hacerlo todo, si es de inmediato mejor, es necesario salir de la ruedita de ratón de laboratorio, al menos por un rato. Buscar un nuevo entorno, pensar en algo diferente, fluir y recargar. Siempre se puede. Quedarse por ahí, pensando lo diferente … fluyendo. Superar la carga. No volver a la rueda.
Fortuna. No todo se puede y menos en simultánea. Belleza y felicidad rural sí, un miniparaíso al alcance del despertar de domingo con un poco menos de frío y algo más de sol. Pequeños destellos de suerte climática o ambiental. Es tan bonito, a veces.
lunes, 1 de julio de 2024
Dónde si no
En el
Tablazo, por supuesto. Ayer tuve domingo de ascenso palpitante y
resplandeciente, en buena compañía, perfecto para cierre de semestre. Partimos
del pantano, así que estuvo suave, pero no por eso menos entretenido. Con la dicha de una mañana despejada
arrancamos a recibir sol y poca brisa después de un desayuno veraniego en el
que me excedí en sal, pero compensé con chocolate. El brillo de la laguna y el
azul intenso del cielo nos dieron la bienvenida al cerro. Estuvo lindo y
divertido. La subida fue de conversar,
explorar, probar moras silvestres y otra baya amarga que no supe qué fue,
posar, saltar espontáneamente, embarrarnos, y también reírnos. El descenso un
poco de lo mismo, pero a otro ritmo. La
tarde anduvo de almuerzo típico en la terraza, una actualización oficinística,
preguntas de tía y anécdotas varias, todo mientras la tarde iba cayendo, el sol
intenso desaparecía y la lluvia torrencial entraba en escena. Así se fue el
día, uno bonito que quedará atesorado en el baúl de los paseos que confirman
que mi pasión por este cerro solo crece más fuerte.
Suceso reciente
La caída
Se lanza. No grita. No es necesario. El viento no le devuelve ningún sonido. El vacío es limpio. Preciso. Sin enseñanza. Se lanza porque en ...
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Somos celebración…Ayer celebramos la vida de la abue, que hace cien años llegó a este mundo y dejó una huella profunda. Un siglo de historia...
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Puedes, aunque no quieres. Pero la vida va en serio desde hace más, desde aquella mañana de lunes. La mañana, el frío antes de entrar a la s...
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La salida de la metrópoli congestionada, la lista de reproducción en repetición, la multitud con ganas de desayuno en el mismo lugar, toda l...