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Suceso reciente

El ruido que hace el silencio

Nadie recordaba exactamente cuándo había llegado. Algunos creían que siempre había vivido en ese barrio, en ese tercer piso sin ascensor, con plantas que sobrevivían milagrosamente en el balcón. Otros aseguraban haberla visto por primera vez un lunes cualquiera, tomando un capuchino sola, en la terraza de un café con las sillas un poco cojas. Tenía un acento indefinido, de ciudad cruzada por otras ciudades. Y un nombre que usaba poco, parecía que no le pertenecía del todo. La llamaban la mujer de los colores. Vendía pulseras artesanales en ferias itinerantes o por Instagram, siempre con los mismos tonos: fucsias, turquesas, corales, amarillos, rojos. Bonitas. Las entregaba en sobres de papel reciclado con una nota escrita a mano. “Contra recaídas sentimentales y otras catástrofes suaves”, decían algunas. “También funciona con exnovios y domingos”. Nadie sabía si era en serio, pero lo creían. A ella y a las palabras del sobre. Vivía sola en un apartamento pequeño, de los de una habitaci...

Descubrimiento

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He descubierto… que algunos insectos me gustan. No en plan poesía urbana, no. Insectos reales, de los que sobreviven a todo. Bueno, no, no me refiero a las cucarachas, pero sí a las arañas. Hay algo en ellas que me fascina. Seres mínimos, con una lógica más clara que la mía. Verlas moverse con precisión entre las grietas del cemento me devuelve una extraña sensación de orden. Están ahí. No hacen ruido, no llaman la atención, pero sostienen todo un sistema. Me gusta verlas trazar sus hilos. Esa mínima estructura. Esa posibilidad de que algo se sostenga con casi nada. También me gustan las hormigas. Aunque he sido víctima de sus dientes —por mi torpeza, claro. Ellas iban en fila, haciendo lo suyo. Mi pie descalzo se interpuso en su camino. Justo.  Y qué decir de las abejas. Son magníficas. Hay algo en su forma de existir que me conmueve: trabajan con rigor, vuelan con elegancia, llegan a las mismas flores que llego yo. No hay revelación mágica. Solo dejar que el asombro exista. Que r...

Ritual

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Unos tienen su fe, otros el tarot.  Yo tengo mis paseos por el jardín, por la montaña. Cada uno encuentra su forma de hacer las paces con lo incierto.  La mía es mirar una hoja nueva, tocar la tierra húmeda, dejar que las preguntas respiren un rato...y dejarme sorprender por el color brillante de una flor, o por una abeja concentrada en su labor. Más allá de lo racional, todos buscamos algo que nos ayude a sostener frente a la fragilidad. Algo que nos permita traducir lo que sentimos cuando no encontramos palabras.  Algunos rezan. Otros leen cartas. Yo camino.

Bosquejo

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Es sábado, se oscureció ya. Llovió, salió el sol, estuve horizontal casi todo el día. Además del paseo por el jardín en la mañana, creo que no hice mucho más, nada. Empezamos a ver Twin Peaks con el joven y no pudimos parar. Entender este presente tan extraño parece cada vez un asunto más complejo, así que, del color de las flores, la forma de sus pétalos, el tamaño de las hojas y su movimiento al viento, pasé a sumergirme en el misterio de esta serie y, bueno, se nos fue de las manos. Se acabó el día. Otra vez. Pero no tengo sueño, no me siento cansada, sé que tengo que dormir. Me debato, como siempre, entre paralelismos continuos. Desear el descanso. Temer el silencio que lo precede. Sentirme llena de cosas pequeñas, vacía de lo esencial. Estar en calma mirando las hojas moverse. Perderme en una escena que no entiendo. Querer detener el tiempo. Dejar que se me escurra sin resistencia. Disfrutar el no hacer. Culparme por no haber hecho nada. Conectar con algo sutil, mínimo. Ahogarme e...

Maneras de terminar la semana

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Ayer se sintió como viernes, porque salí de la oficina para no volver hasta el martes. Una sensación más que estupenda. Fantástica. Tuvieron lugar algunas conversaciones postergadas; por fin encontraron espacio y tiempo. Con un par de ensaladas nos sentamos en Crepes a conversar con Annie —sin parar—, poniéndonos al día sobre los últimos meses de nuestras vidas. Hablamos y hablamos hasta que cerraron. Hoy el tono lo pusieron mis uñas rojo granate. Me escapé al mediodía para darles un toque vibrante. Me gustó el resultado. Cerré la compu más temprano de lo habitual y partí en bus a celebrar el cumpleaños de Marco. Llegué en taxi porque tomé la ruta equivocada, pero llegué a tiempo, aunque el cumple fue hace casi tres meses. Otra vez el menú incluyó ensaladas, pero añadí una copa de vino y un delicioso tiramisú. No dejamos de hablar. También nos pusimos al día: el trabajo, la vida, los días desafiantes, desconcertantes, los nuevos destinos, el malestar frente al mundo, las ilusiones… Tam...

Plan confesional

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Escribir a ver qué pasa. Algo liviano, decía, pero la pulsión empuja, no me deja en paz. A veces me sale un susurro, otras una sacudida. Narrador / escritor / testigo que se incomoda. Me digo que esto es solo para mí. Quizá no es del todo cierto. Nunca me importó demasiado lo que piensan los otros. Creo. Tal vez eso tampoco es del todo cierto. Quizá me importa, a veces. Algo puntual. Y aun así escribo, como si nadie me leyera. Tal vez alguien lo hace. Quién sabe. Tomo cosas que conozco y las tuerzo, no mucho. Armo fantasías alrededor de cosas que he visto, soñado, recordado a medias, como si pudiera descubrir algo nuevo en lo mismo de siempre. A veces pasa. Descubro. El contraste choca. Encuentro mucho artificio, sí, pero no tanto como para perder de vista el por qué. Que no sea gratuito. Menos que sea obvio. Que haya algo genuino. Me repito siempre lo mismo. Pasa. Me siento con mi café espumoso y un breve espejismo se instala y luego quiero escribirlo… sin éxito. El momento de pensarl...

Encontrarnos... una escena casi imposible

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Nos saltamos el encuentro de mayo. Y varios más. Nos teníamos un poco abandonados. O no. Ha ocurrido que, ocupados en asuntos diversos, hemos ido en otras direcciones. La vida se llena de cosas que parecen urgentes, y allá vamos. En mi caso, a decir verdad, andaba con la mente cansada y el cuerpo agotado. Pero prefiero sacar tiempo, hacer un hueco y brindar. Brindar por nada en particular, o por todo. Jugar a ser quien quiera. O quien no quiera. Permitirme preguntar, buscar, sorprenderme, enterarme de los últimos acontecimientos y descubrir, de paso —de nuevo— gustos personales, contrastes y caprichos. Descubrir, a través de la conversación, ideas sobre el acontecer, la inteligencia artificial, el futuro pensional, asuntos laborales, también familiares, un ritual psicodélico, y algún recuerdo en común que no recordábamos igual. Me siento a la mesa con los gatos aquellos y revivo pasajes, escenas que tal vez solo tienen sentido en la memoria. Y bueno, esta vez, con problemas de ...